Distintas visiones. ¿Qué y quiénes están detrás de la decisiones del Juez Griesa? Por Carlos Heller

14/08/2014

Clic de Noticias | Nota de Opinión

No es casual que existan distintas visiones acerca de lo ocurrido con la deuda argentina. En la mayoría de los casos, la interpretación de la situación no está exenta de intereses. De esta forma nos encontramos, en un extremo, con la calificadora Moody´s, que baja sus perspectivas sobre deuda soberana argentina, o la ISDA (Asociación Internacional de Derivados y Swaps) cuyo comité vota unánimemente por la moción de que nuestro país entró en cesación de pagos.

Por Carlos Heller

Por el otro lado, bonistas reestructurados que reclaman jurídicamente a los entes fiduciarios como el Bank of New York (BoNY) que distribuyan el pago de sus títulos, que la Argentina depositó en tiempo y forma; y el Estado Argentino, que intima a los fiduciarios a que distribuyan entre los bonistas reestructurados los fondos que les fueron depositados y demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) a los Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) por los actos de su Poder Judicial atentatorios contra la reestructuración de la deuda soberana argentina.

La agencia Moody´s detalla, en su informe sobre la deuda argentina, que cambia la perspectiva de estable a negativa para los bonos a largo plazo “dado que el default precipitará la caída económica”. Argumenta que “a pesar de que la Argentina depositó los fondos requeridos en el ente fiduciario el 26 de junio, los procedimientos legales en los Estados Unidos impidieron el desembolso de los mismos (…) El gobierno argentino señaló que continuará realizando los pagos al ente fiduciario, pero que no le pagará a los bonistas litigantes al mismo tiempo”.

La calificadora concluye afirmando que “considera que el no pago de las obligaciones de deuda a los acreedores luego de que haya expirado el período de gracia es un default”. Sin embargo, se cuida mucho en alertar a los inversores que las calificaciones otorgadas reflejan que “a pesar de que existe un amplio espectro de posibles pérdidas para los acreedores, las mismas serán muy probablemente modestas” (traducción no oficial). No omite, sin embargo, describir una situación que parece catastrófica señalando que el default tenderá a “exacerbar la contracción económica, aumentar la presión sobre el tipo de cambio y generar una inflación mayor a la actual”, definiciones éstas últimas que parecen sacadas de las columnas de opinión de varios analistas vernáculos. Lo curioso (o no tanto) es que en ningún momento toma en cuenta las medidas contracíclicas implementadas por el Estado Argentino.

Por su parte, la ISDA, organización creada en el año 1985 a la luz del nuevo esquema financiero internacional de ese entonces, también tiene una visión muy particular del caso argentino. Vale la pena hacer un paréntesis para aclarar qué son los “derivados financieros” que esta organización administra y su papel en el negocio financiero mundial. La creación de los denominados derivados financieros “extra bursátiles” se condice con el escenario financiero mundial luego de la crisis de deuda latinoamericana en el año 1982 y la posterior aplicación del Plan Brady. Este último consistió, a grandes rasgos, en el canje de los préstamos, que habían sido contraídos hasta ese entonces con los bancos, por títulos públicos que podían se comercializados libremente en el mercado bursátil.

Así, las deudas de los Estados devinieron en un activo más de la especulación financiera, lo que tiempo después dio lugar el espectacular negocio de los derivados financieros. El ejemplo más paradigmático de esto por su alcance geográfico y sus implicancias político-económicas fue el que devino en la crisis de las hipotecas de los Estados Unidos en el año 2008.

Es en este contexto que al día de hoy, fondos buitres como el de Paul Singer o Aurelius Capital, que iniciaron el litigio contra nuestro país en calidad de miembros y tenedores de seguros contra default de deuda argentina, toman decisiones en el comité de la ISDA, junto con otras financieras que incluyen al Bank of New York y al Citigroup, en torno a la existencia de un default o no de la deuda argentina reestructurada y el consecuente pago de los seguros.

Lo más interesante del caso es que este entramado financiero que deja expuesto al capitalismo más voraz y especulativo se encontró frente a un Estado como el argentino que, a diferencia de otras épocas, reacciona activamente para que estos poderosos actores internacionales no se “lleven por delante la soberanía de un país”, citando las palabras de la Presidenta, a expensas del bienestar de la población. Porque lo que no mencionan ni las agencias calificadoras, ni algunos comunicadores de nuestro país, entre otros, es que si el Estado Argentino se acogiera a la voluntad de los buitres el presupuesto que se utiliza en los planes sociales y en las medidas de reactivación económica estaría siendo usado para pagarles a los millonarios especuladores que amasan grandes fortunas.

Claro que, como lo expresa Greg Palast en el artículo del periódico británico “The Guardian” que citó la Presidenta, Singer se ha sabido ganar las plumas de buitre ya que, para citar un ejemplo, no dudó en socavar los logros alcanzados en la reestructuración de deuda del Congo para apropiarse de los fondos que de otra forma hubiesen sido utilizados para luchar contra un brote de cólera en ese país. Señala el mismo autor que, al tomar el caso argentino, Singer destrabó su cuenta bancaria millonaria, convirtiéndose en el fundador de varias organizaciones que constituyen verdaderas maquinarias de ataques políticos en Nueva York. En definitiva -concluye Palast- “meterse en el camino de Singer no está exento de costos. Y a diferencia de la Presidenta de Argentina, Obama parece no estar dispuesto a pagarlos”.