Ideas cooperativas

31/03/2019
Manos levantadas

Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

El neoliberalismo, en general, no se presenta como la mejor propuesta sino como la única. Según su propia visión, representa un modo excluyente de organizar la sociedad. 

Esta concepción exhibe una segunda consigna: las mayorías populares deben sacrificarse en el presente para obtener sus beneficios en el futuro. 

Son dos de las ideas fuerza alrededor de las que se estructuró el capitalismo global a partir de la asunción de Margaret Thatcher en Reino Unido, en 1979, y del triunfo de Ronald Reagan en Estados Unidos, en 1981. El fin de la historia y de las ideologías es la aceptación de que ya no sería posible elegir: hay una única opción y es la de la maximización de las ganancias empresarias. La sociedad debe esforzarse para que un sector acumule riqueza porque, luego, en algún momento impreciso, esa abundancia privada se derramará sobre el conjunto. El neoliberalismo no tiene alternativas ni presente. Sólo ofrece un futuro que corre delante de las sociedades sin que éstas puedan alcanzarlo nunca. 

El pensamiento dominante propone, también, un modelo de individuo eficiente que sólo piensa en sí mismo y en la ampliación máxima de sus beneficios personales.

Pero hay otra idea de país. Y otra idea de mundo. Hay otros valores y otras prácticas. Hay otros modos de organizar la producción y la existencia. El cooperativismo es uno de ellos. Por ejemplo, se puede ser eficiente persiguiendo permanentemente la maximización de las utilidades, o se puede serlo tratando de brindar el mejor servicio. 

Cuando en los noventa se privatizaron las empresas de servicios públicos, se dijo que esas compañías no podían seguir en manos del Estado porque no eran eficientes. Pero sus nuevos administradores privados sólo fueron eficientes en términos del cobro de altas tarifas y de la percepción de enormes subsidios, y no por la calidad de los servicios que brindan. Por eso, hoy se vuelven a plantear nuevas modalidades de gestión de lo público. Por caso, el laborismo inglés está proponiendo la participación tripartita de los trabajadores, los consumidores y los usuarios en la administración de las empresas públicas. Jeremy Corbyn, el principal líder de la oposición, considera que construir una economía para la mayoría también implica poner la propiedad y el control de los servicios públicos en las manos de la gente que los usa y trabaja en ellos. En esa perspectiva, propone la reestatización de Ferrocarriles, Agua, Energía y el Correo Real. 

El laborismo identifica tres grandes formas alternativas de administrar los servicios, más allá de la típica compañía capitalista: la empresa cooperativa, la municipal y la nacional. Algunos elementos comunes que tienen estas tres formas de organización son: mayor democracia, mayor pluralismo y que se potencian entre ellas si se vinculan trabajando juntas en los tres niveles. 

En la misma perspectiva, la segunda carta encíclica del Papa Francisco, “Laudato sí”, presentada en junio de 2015, afirma que “el principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía” y señala que “en algunos lugares, se están desarrollando cooperativas para la explotación de energías renovables que permiten el autoabastecimiento local e incluso la venta de excedentes. Este sencillo ejemplo indica que, mientras el orden mundial existente se muestra impotente para asumir responsabilidades, la instancia local puede hacer una diferencia”.

La publicación este año del documento de la Organización Internacional del Trabajo denominado “Trabajar para un futuro más prometedor”, producido por la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, propone un programa centrado en las personas que, entre otros puntos, reconoce el derecho universal al aprendizaje permanente; promueve el incremento de las inversiones para la inclusión de los jóvenes en el mercado laboral, para que los trabajadores de edad avanzada puedan seguir activos económicamente y para apoyar a los trabajadores en las transiciones entre un empleo y otro; impulsa garantizar la cobertura universal de protección social desde el nacimiento a la vejez; y estimula la representación colectiva de los trabajadores y de los empleadores. Cuando se refiere a la reorientación de los incentivos empresariales, el documento señala que “el primer cambio radica en ampliar la representación de las partes interesadas, aumentando la rendición de cuentas de las empresas ante los intereses sociales y comunitarios”.

Son las mismas ideas del cooperativismo que expuse en Naciones Unidas, como representante de nuestro continente, en la Presentación del Año Internacional de las Cooperativas 2012. Allí dejábamos en claro que el lema “La empresa cooperativa como contribución a la construcción de un mundo mejor” significa ya no pensar a la cooperativa como la rueda de auxilio para enmendar las fallas o los errores del sistema capitalista. Decíamos: “nosotros queremos ser parte de la construcción de otro mundo, un mundo donde se privilegie el bienestar, la salud y la educación de los pueblos, un mundo en el que la democracia sea auténtica y plena de participación popular”. Y agregábamos: “las cooperativas son ampliamente reconocidas por sus aportes al valor añadido social mediante el empleo, la cohesión social, la oferta de servicios públicos y comunitarios, la generación de tejido social y económico, el desarrollo de la democracia, la innovación social y el desarrollo local. Es reconocido este sector como portador de un estilo de desarrollo que confiere primacía a las personas, con la capacidad para generar nuevas oportunidades así como mitigar desequilibrios sociales y económicos”. Finalmente afirmábamos: “Nosotros estamos orgullosos de ser parte de la experiencia histórica que concibe al cooperativismo como herramienta de transformación social. Este enfoque coloca a las ideas de la cooperación en la cresta de la ola del debate de ideas que impregna al mundo contemporáneo”.

Hay un mundo insostenible que no termina de morir. Hay un mundo nuevo que tratamos de contribuir a que nazca. Nosotros, como tantos otros, ponemos nuestras ideas al servicio de la construcción de ese otro país y de ese otro mundo. 

Nota publicada en Página/12 el 31/03/2019