La gesta reformista del '18

12/06/2015

Tiempo Argentino | OPINIÓN

Nuestra anterior columna, publicada el 29 de mayo (aniversario del Cordobazo), estuvo dedicada a conmemorar la figura y el legado de Agustín Tosco.

Por Juan Carlos Junio

Nuestra anterior columna, publicada el 29 de mayo (aniversario del Cordobazo), estuvo dedicada a conmemorar la figura y el legado de Agustín Tosco. Fue muy sugestiva la escasa difusión en los medios de comunicación de ese notable acontecimiento histórico, tanto de la gesta del Cordobazo como de la figura del gran dirigente obrero, invisibilizándolo con la omisión lisa y llana o, en el mejor de los casos, con presencia mínima. Vuelven a la memoria las lúcidas palabras de Rodolfo Walsh, un intelectual profundo y militante comprometido: "Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan."

Recurrimos frecuentemente a la historia, no desde una perspectiva nostálgica y de mera efeméride, sino desde la convicción de que conocer los orígenes permite afirmar la identidad propia desde la cual se deben ponderar el presente y el futuro.

Hoy recordamos un nuevo aniversario de la Reforma Universitaria que estalló en Córdoba el 15 de junio de 1918 contra un régimen medieval, que el "Manifiesto Liminar" escrito por el inspirado dirigente Deodoro Roca denunciaba como inaceptable y contra el cual se dirigía el movimiento estudiantil: "Acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica."

Los estudiantes se rebelaban contra un proyecto de universidad oscurantista, clerical, elitista y antipopular. Lejos de ceñirse a una crítica de aquel sistema, emprendían la noble y desafiante tarea de inventar las bases de una nueva institucionalidad, capaz de responder a los retos de su época. Si bien el movimiento reformista no triunfó inmediatamente, muchos de sus aportes y creaciones fueron puestos en práctica en períodos posteriores, constituyendo un acervo ineludible para repensar la universidad latinoamericana de nuestro tiempo.

Hoy nos enfrentamos a un nuevo debate de época ante la necesidad de construir una universidad abierta a la comunidad, sensible ante los desafíos del desarrollo económico, social y científico de nuestros países, y que exprese las visiones plurales de las mayorías, con un gobierno democrático y participativo.

Aquella rebelión fundacional cambió para siempre la matriz de nuestras universidades y generó ecos en diversos momentos de nuestra historia. En los '50, el peronismo era excluido brutalmente de la escena política "oficial", proscripto y perseguido. El onganiaje, inspirado en los subsuelos de las ideas franquistas, que asaltó los claustros en aquella nefasta Noche de los Bastones Largos, marcó un punto de inflexión para la universidad pública. Por entonces, la militancia y el ideario de las expresiones políticas de izquierda también eran reprimidos y expulsados de las universidades. Fue clausurado un ciclo de avance democrático y de trascendente desarrollo científico, abriéndose una fase represiva y de cerrazón ideológica en las casas universitarias.

De 1973 a 1975, la universidad nacional y popular generó una nueva y notable experiencia que, con sus logros y sus límites, se atrevió a plantear una universidad para un proyecto de Nación que se proponía liberarse de los atávicos vínculos de dependencia económica y cultural.

La violenta reacción de la última dictadura cívico-militar sobre aquella universidad movilizada no se hizo esperar. Llegaron la muerte y el exilio de miles de docentes y estudiantes, y un nuevo período, el más dramático del que se tenga memoria, se extendió hasta el retorno de la democracia.

El gobierno de Alfonsín tomó algunas medidas reparadoras, como el retorno de docentes exiliados, o la normalización de los gobiernos de las universidades; pero la instalación de un sistema burocrático y conservador con Oscar Shuberoff (rector de la UBA entre 1986 y 2002) como principal exponente, abrió cauce a una nueva crisis de sentido, de proyecto y de funcionamiento, que se agudizó con nuevos gobiernos, inficionados por la corrupción, y con una política pública neoliberal-conservadora que acosó a las instituciones universitarias.

En el período iniciado el 25 de mayo de 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia, el Estado nacional promovió políticas de ampliación de derechos en todos los campos, y particularmente en el educativo. Se crearon nuevas universidades, se avanzó en la reparación de las condiciones laborales docentes y el incremento del presupuesto universitario fue muy significativo. La recuperación de derechos económicos, sociales y culturales generó el acceso de nuevos sectores a la universidad pública; y el desarrollo científico ha adquirido un inédito impulso con amplio reconocimiento de los propios actores de esas políticas.

Estas conquistas han marcado un sendero valioso pero todavía insuficiente para poner a la universidad a la altura de los desafíos emancipadores que atraviesan nuestra Patria y el continente.

En el plano legal, continúa vigente la Ley de Educación Superior, expresión normativa de un proyecto político incompatible con el actual. Terminar con esa rémora constituye un desafío importante que debemos afrontar.

La UBA particularmente se encuentra en un estado de crisis que tuvo como expresiones recientes las renuncias del vicerrector y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas. Pero en ese ámbito, el colectivo "Otra UBA es posible" da batalla en el Consejo Superior, articulando el esfuerzo de docentes, investigadores y estudiantes para generar una perspectiva científica y política a la crisis profunda que sufre la institución. Otras universidades públicas, algunas recientemente creadas y otras antiguas, ensayan nuevos modos de funcionamiento, incluyendo a las comunidades de su región en sus Consejos Sociales o promoviendo nuevas formas de educar, investigar o contactarse con sus contextos.

A casi 100 años de la Reforma del '18, resulta impostergable avanzar asumiendo aquel memorable ejemplo histórico para ponerles fin a los resabios de mediocridad, autoritarismo y mercantilismo que siguen asolando a la universidad pública, rescatando sus valores y logros para sumarla a la urgente e inconclusa obra emancipadora de este tiempo nuestroamericano.

Nota publicada en Tiempo Argentino