La UBA y una grave crisis de sentido

07/06/2015

Miradas al Sur
Por Juan Carlos Junio

El actual gobierno de la Universidad de Buenos Aires ha sido noticia recientemente por la escandalosa renuncia del vicerrector Darío Richarte, y, poco más tarde, por la del decano de la Facultad de Ciencias Económicas –José Luis Giusti-, incluídas denuncias de corrupción.

Estos hechos, por cierto, constituyen la evidencia de una situación de desmadre que vive la casi bicentenaria institución, y que requiere de distintas lecturas. Centrarse en una discusión anecdótica que ponga foco en la presunta personalidad cleptomaníaca de Giusti podría alimentar las crónicas amarillas de la prensa, pero no permitiría comprender hasta qué punto la Universidad más prestigiosa del país, y la segunda más antigua, padece una verdadera crisis de sentido y de proyecto académico y político.

Federico Schuster, consejero superior de la UBA y uno de los principales referentes de “Otra UBA es Posible”, un espacio que defiende la exigencia de repensar y rehacer la universidad pública, resumió que el punto de partida es la crítica al actual estado de cosas: “Nos preocupa el divorcio que se ha generado entre el Consejo Superior y la vida cotidiana de los claustros”.

Si la UBA mantiene un nivel de prestigio y calidad académica respetables es por el esfuerzo permanente de sus docentes, el compromiso y la exigencia de sus estudiantes y la tarea de sus trabajadores no docentes. Es en este contexto de vastísima tradición universitaria donde conviven quienes estudian y trabajan en las aulas, los laboratorios, los hospitales, los colegios, los institutos y las oficinas. Pero también donde se padece la falta de un proyecto universitario, la lejanía de los centros de decisión y la ausencia de transparencia en los procesos administrativos, presupuestarios y académicos.” La exigencia de reconstruir la UBA supone operar sobre, al menos, tres niveles simultáneos. En primer lugar, poner en discusión qué Universidad necesita nuestro país, en un marco continental de grandes transformaciones económicas, culturales y educacionales. Nuestra América ha reactualizado el proyecto de Patria Grande pensado por los fundadores, y así como todos los ámbitos de la vida social están sujetos a revisión y a invención, el debate sobre el sentido de la institución debe converger en esta disputa colectiva de nuestra época. ¿Cómo democratizar el acceso a la educación? ¿Cómo democratizar el conocimiento? ¿Cómo alinear la vida universitaria a un proyecto político y civilizatorio que se funda en la ampliación de derechos y en la lucha por la igualdad social y cultural? Una segunda línea de revisión pasa por la redefinición de sus funciones tradicionales: la formación, la investigación y la llamada extensión y/o transferencia. Los cuestionamientos a los viejos formatos pedagógicos y científicos, y los epistemológicos, obligan a reflexionar y ensayar nuevos modos de ser de la educación superior.

Hay ya experiencias con resultados positivos y alentadores caminos innovadores, como ocurre en universidades relativamente nuevas en la provincia de Buenos Aires y, en menor medida, en algunos ámbitos reducidos de la propia UBA, sobre la base de valorables esfuerzos de docentes, decanos e investigadores.

Por último, hay que repensar los caminos para democratizar el gobierno y el poder en la propia Universidad, su relación con el territorio y la comunidad que la rodea y sus contextos.

A casi un siglo de la Reforma de 1918, en el marco de grandes tareas pendientes, resulta decisivo asumir que el problema es estructural y de proyecto. La UBA debe asumir el reto de volver a ser un polo público y político de la cultura, la ciencia y la tecnología. Los distintos estamentos de nuestra Universidad enfrentan el desafío de luchar para salir del laberinto en que la encerraron décadas de inercia, mediocridad y autoritarismo, resultantes de una ideología funcional a los poderes económicos y culturales.

Se trata de que la comunidad académica se empodere con el fin de reconstruir o, mejor, reinventar el proyecto institucional, elaborando colectivamente un nuevo ideario de nuestra época, que dé respuesta a los cambios de la sociedad contemporánea y al proceso de liberación que protagonizan los pueblos americanos