Más batallas a librar en nuestro horizonte

16/10/2018

La supresión de las 24 cuotas a cargo de lxs usuarixs -para compensar a las gasíferas y petroleras por la devaluación sufrida entre marzo y septiembre de 2018- es una victoria de la sociedad en su conjunto, sus organizaciones y lxs políticxs de la oposición que se manifestaron unidos en contra de esta medida. Pero es sólo una pequeña victoria. Éste no es el triunfo que buscamos. El pago de esta compensación a las empresas con fondos del Estado Nacional en definitiva sostiene la compensación y nuevamente la pone a cargo de todos, no ya en cuotas mensuales que impactan directamente en nuestros bolsillos sino con partidas presupuestarias que implicarán una mayor reducción en otras partidas tan necesarias como las dirigidas a educación o a salud, ya bastante menguadas.
Queremos la desdolarización de las tarifas, que las mismas nunca puedan aumentar por arriba del promedio de los aumentos salariales y que, en definitiva, sean justas y razonables reconociendo que las necesidades de energía son derechos humanos básicos.
Tarifas justas y razonables no sólo para los usuarios residenciales, sino para el resto del abanico de afectados que integran las multisectoriales. Por mencionar algunos: clubes de barrio, centros culturales, cooperativas, empresas recuperadas, pymes, comercios barriales.
Estando en una reunión de la CTA de Mar del Plata (31/08/18) se planteó la cuestión de la desobediencia civil (a mí me pareció más una expresión de masiva imposibilidad de pago que una desobediencia civil por cuestiones ideológicas) y la quema masiva de boletas de servicios públicos. En medio de estos planteos, uno de los participantes que camina el conurbano de dicha ciudad manifestó que un vecino le dijo: “yo ya solucioné mi problema; me colgué y prendo un fueguito en el patio”. Agrego yo: un fueguito con ramas de poda y algún cajón de verduras y cartones recogidos por allí, ni pensemos en compra de leña o carbón. Ese fueguito que los habitantes de la ciudad de Buenos Aires cada vez vemos más en esquinas y rincones donde se arman ranchadas de personas que viven en situación de calle, que en un pedazo de tambor de hierro -quemando maderitas y ramas- se cocinan algo a punta de llama.
Ese es el lugar donde nos quieren poner a los argentinos con el precio del gas y la electricidad, con el precio de los servicios públicos domiciliarios.
Mientras tanto, nosotros seguimos soñando con una Nación que reconozca la dignidad de todos y todas. ¿Será muy alocado pensar que por el sólo hecho de vivir en nuestra amada Argentina todos tengamos derecho a alimentación, abrigo, salud y vivienda?
Queremos construir otra Argentina, en una América de las personas y no del capital. Animémonos a soñar y actuemos en consecuencia.