Divisoria de aguas

04/09/2010

04/09/2010 Revista Debate - Nota - Pag. 18

POR CARLOS HELLER

La discusión en torno del 82 por ciento móvil. Para incrementar los haberes jubilatorios es imperativo gravar la renta extraordinaria. El papel del Grupo A.

A lo largo de nuestra campaña electoral, en 2009, decíamos que lo que estaba en juego era la posibilidad que tendría el gobierno actual, en los dos años siguientes, para avanzar o no en el sentido de las reformas que el país necesita. Para entenderlo, basta con revisar lo que han sido los debates alrededor de los temas que tienen que ver con el modelo de acumulación y distribución. Es el famoso tema del vaso medio lleno o medio vacío. Estoy convencido de que hay medio vaso vacío, pero también de que hay medio vaso lleno.

Entonces, creo que hay que, en primer lugar, consolidar el medio vaso lleno para, luego, llenar todo el vaso, pero sin poner en peligro lo que ya se ha logrado. Por aquellos tiempos tuve que soportar cierto desdén de algún candidato de la izquierda progresista, que me chicaneaba con el rótulo de banquero, y yo, con gran paciencia, respondía que teníamos similitud sobre lo que falta profundizar en el rumbo, iniciado en 2003. Mucha gente se preguntaba por qué no estábamos juntos y también, a veces, se pensaba que era un tema de personalismos. Con el correr de los acontecimientos y los diversos posicionamientos asumidos, surge claramente que, pese a lo parecido de algunas cuestiones discursivas, las diferencias que nos separan abarcan la caracterización del proceso iniciado en 2003 y el modo en que se logra su consolidación y profundización.

No tenemos dudas de que hay que consolidar el rol del Estado como factor estratégico de desarrollo económico con redistribución de la riqueza y eliminación de la pobreza, con políticas activas que promuevan el crecimiento del mercado interno, con políticas tributarias progresivas que graven las rentas extraordinarias y las actividades económicas de mayor rentabilidad, con integra ción latinoamericana, con democracia participativa y derechos humanos. Pero también hay que decir que todo eso indica grados de tensión y conflictividad. Redistribuir significa impactar en intereses de grupos sociales que han sido históricamente hegemónicos, y que siguen teniendo gran poder.

Y para eso, además de tener fuerza parlamentaria, hay que tener respaldo social de las grandes mayorías de nuestro país. Esta visión estratégica tiene que tener coherencia a la hora de definir la contradicción fundamental de todo proceso político y, a partir de ahí, saber quienes son enemigos, adversarios circunstanciales y compañeros de ruta dentro de la unidad en la diversidad. Hoy, el que es opositor, como opositor no se diferencia de la derecha. Limar al Gobierno para derrotarlo en 2011, para lograr una restauración maquillada del neoliberalismo, es lo que se proponen las derechas. Debilitarlo por izquierda contribuye, objetivamente, al juego de las derechas.

Vale como ejemplo el comportamiento de Proyecto Sur en la Cámara de Diputados durante el tratamiento del 82 por ciento móvil a los jubilados. En el momento en que Proyecto Sur le dio quórum a la derecha, entregó la posibilidad de que el 82 por ciento se financiara legítimamente. Resulta comprensible que la derecha, en forma coherente con todo su accionar, haga foco en las cuentas del Estado, levantando propuestas oportunistas y demagógicas. Lo que resulta muy difícil de entender es que sectores del arco progresista colaboren y sean funcionales a la estrategia de las derechas que cínicamente juegan con las expectativas de los jubilados mientras se burlan del legítimo e histórico reclamo del 82 por ciento. ¿Cómo pudieron estos legisladores ocupar sus bancas para dar quórum sin condicionar el tratamiento del financiamiento y, dentro de eso, presionar por la restitución de los aportes patronales? ¿No fueron conscientes de que la derecha los necesitaba para imponer un dictamen demagógico y oportunista? ¿No evaluaron que si hubieran puesto como condición la restitución de los aportes patronales y otras fuentes de financiamiento, tal como hicimos nosotros, el proyecto de la derecha no hubiera ganado? Hemos expresado algo sustancial, que hace precisamente a la lógica de consolidar todo lo que se ha hecho bien y profundizarlo aún más. En el caso del sector pasivo, duramente castigado por las políticas neoliberales, el nuevo piso está dado por la recuperación, por parte del Estado, de los fondos previsionales, otrora enajenados por el sistema privatista de las AFJP, por la incorporación de dos millones cuatrocientos mil beneficiarios que no tenían los aportes suficientes y por la actualización periódica de los haberes jubilatorios.

Desde esta nueva situación, un tanto histórica, se debe partir para evaluar la factibilidad del 82 por ciento móvil. Para incrementar los haberes jubilatorios es imperativo gravar la renta extraordinaria.

SOLIDARIDAD PREVISIONAL

Me gustaría mencionar algunas cuestiones que hacen a la solidaridad previsional. Primero es necesario comprender que los fondos de la Anses no están compuestos sólo de aportes de los trabajadores y de los empresarios. De hecho, el cuarenta por ciento de los fondos provienen de aportes tributarios. En este sentido, hablar del dinero de la Anses no equivale a hablar del dinero de los jubilados.

Reestatizar las jubilaciones fue el primer paso para llegar a la solidaridad previsional. El régimen de capitalización individual, instaurado durante el menemismo, excluía a gran parte de la población que, al haber sido explotada durante años trabajando en negro, no iba a acceder a una jubilación. Era el sistema del “arréglese quien pueda”.

Gracias a que volvimos a un sistema de reparto, dos millones cuatrocientas mil personas, a quienes se les había negado la posibilidad de jubilarse, hoy perciben una jubilación mínima. Y no se trata de mirar el ombligo propio y decir “yo aporté toda mi vida y aquél nunca, sin embargo percibe lo mismo que yo”. Se trata de pensar qué modelo de país queremos: uno exclusivo e individualista; o uno inclusivo, en el que haya cada vez menos desigualdad.

Para mantener un sistema de reparto, es necesario que existan tres o cuatro trabajadores activos por cada pasivo. Hoy por hoy, en la Argentina, el sistema se mantiene a duras penas con 1,4 aportantes.

La seguridad del futuro jubilado es que haya muchos trabajadores activos aportando.

Es por esta razón que no podemos estar de acuerdo con quienes opinan que el dinero de la Anses debe ser un fondo intangible.

Lo cierto es que cuando ese fondo se utiliza para ayudar a generar empleo desarrollando obras de infraestructura, para financiar actividades productivas, se están generando posibilidades de que haya más empleo que nos ayude a aproximarnos a la cantidad de trabajadores activos necesarios por cada pasivo, para que el sistema jubilatorio sea sustentable. Ésta es la verdadera defensa del jubilado. Pensar que eso se va a lograr con los dueños y los representantes de esa renta extraordinaria es ingenuo y peligroso.

Es ingenuo y peligroso creer que el consenso para medidas progresistas se puede lograr en acuerdos parlamentarios con el PRO, el Peronismo Federal o la Coalición Cívica. ¿Desde cuándo los responsables de haber destruido el sistema previsional, con recortes y congelamiento de los haberes y privatización de los aportes, pueden ser socios de una estrategia progresista que beneficie a los jubilados? Cabe entonces una reflexión sustantiva ante la posición asumida por el interbloque Proyecto Sur y por otros que se consideran parte del espacio progresista y de la centroizquierda: ¿Estamos ante un caso de ingenuidad política en el que no hay discernimiento de cuáles son los objetivos y la estrategia de las derechas o, ante un acto de oportunismo? Claro está que en ambas posibilidades, en esta situación concreta, han jugado como el ala “progresista” del Grupo A. Además, haciendo una conjetura contrafáctica, podemos imaginar que si no le hubieran provisto del quórum que las derechas requerían, se podría haber avanzado en la construcción de consensos para darle sustentabilidad al proyecto y a la concreción de la reivindicación legítima del 82 por ciento móvil. Estaríamos batallando por la restitución de los aportes patronales y, entre otras medidas, la eliminación de exenciones de Ganancias, sobre todo, en lo que hace a la renta por especulación financiera.