“Ley de Pobres” y “Ley de Vagos”

31/10/2013

Por Ángel Petriella, Secretario de Relaciones Internacionales del Psol.

En una nota publicada en La Nación acerca de la creatividad en España para cobrar más impuestos en el marco de las políticas de ajuste permanentemente recetadas por el neoliberalismo se describe el desprecio por lo humano y su refugio en las cuestiones más ancestrales del capitalismo. Se dice en la publicación que "Los vagabundos, amantes de los perros y adivinos que se aventuren en las transitadas calles de Madrid podrían quedar pronto con los bolsillos vacíos, ya que las autoridades municipales de la capital y de otras localidades están buscando soluciones creativas frente a sus problemas financieros.”

Dejar con los bolsillos vacíos a los sectores más vulnerables de la sociedad parecería una humorada o tal vez un exceso de cinismo, pero en realidad podrían constituir un medio y no un fin. ¿Qué sucedería si el ayuntamiento de Madrid, que diseño sus planes de imponer multas de 750 euros para actividades públicas, como pedir dinero en la puerta de los centros comerciales, alimentar o lavar a los perros, leer las cartas del tarot o hacer acrobacias con una bicicleta, no pudiera cumplirse por la obvia insolvencia de los penalizados? ¿Qué sería lo único que podría serles expropiado a cambio de cobijo y comida? Sin duda, algún tipo de trabajo, alguna posibilidad de ceder su fuerza de trabajo sin retribución salarial. En un contexto social de desempleo alto y creciente, el mercado laboral expulsa y coloca en la marginalidad a un creciente número de personas que quedan sin posibilidad de ganarse el sustento diario y sin hogar. La decisión de “multar” la pobreza parece demencial pero no es así, es parte de una ideología perversa de rancia alcurnia dentro del capitalismo. En la primera mitad del siglo XVI, en Inglaterra, cuna del capitalismo, se generan normas que intentaron suprimir el “vagabundeo”. No a través de multas sino de caridad institucionalizada, se prohibió la mendicidad y se confinó a los pobres a sus parroquias de origen con graves penalizaciones para quienes transgredieran la ley. Entre 1601 que dictó la primera Ley de Pobres y 1662 que se dicta la Ley de Asentamiento se perfecciona un sistema que tiene por objetivo regular la absorción por parte del capitalismo de la mano de obra disponible para la creación del naciente proletariado asalariado. Esta nueva Ley de Pobres, la de 1962, lo que hizo fue transformar el “sistema de ayuda” a través de un modelo de reclutamiento de mano de obra sustituyendo la ayuda (lo que hoy se llaman subsidios) a los mas vulnerables por la incorporación a casas de trabajo (workhouses), en condiciones deplorables y con salarios muchos menores de los existentes en cualquier empleo. En nuestro país tenemos como antecedente la Ley de Vagos de 1860 que primero clasificó como vagos a “Las personas de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio ú otro medio lícito con que vivir.” A “Los que teniendo oficio, profesión ó industria, no trabajan habitualmente en ella, y no se les conocen otros medios lícitos de adquirir su subsistencia. Y a “Los que con renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican á alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente á casas de juego, pulperías ó parajes sospechosos.” La penalización consistía en: “Los simplemente vagos serán destinados á trabajos públicos por el término de tres meses. Y, “. Las mujeres vagas serán colocadas por igual término al servicio de alguna familia mediante un salario convenido entre la Autoridad y el patrón”. Distintos contextos y épocas pero comunes denominadores, la pobreza que el sistema produce es reciclada por más explotación del trabajo por el capital. ¿Será este un camino más del ajuste en los contextos modernos del neoliberalismo? ¿Serán los indignados que acampan en la Puerta del Sol los próximos trabajadores que ocupen las labores más rudas que en otro momento ocuparon los inmigrantes? ¿Hasta cuando el ajuste es posible? Tal vez para ello haya una sola respuesta: hasta que la resistencia de los ajustados le ponga freno. Para ello los pueblos van buscando el camino y en algún momento el viejo topo de la historia se hace presente.