Macri, el mejor alumno y la peor educación

29/08/2014

Tiempo Argentino

El PRO, blindado por los medios de comunicación hegemónicos, se propone poner en el banquillo a la escuela pública, a los docentes y a los estudiantes.

Por Juan Carlos Junio

Las crisis tienen el mérito de poner blanco sobre negro las contradicciones esenciales de un determinado orden social y político, obligando a los actores protagónicos de la coyuntura a asumir sin eufemismos sus posiciones ideológicas. En estos casos los asesores comunicacionales no pueden obrar milagros y jugar a las escondidas con las palabras. Un ejemplo paradigmático es la crisis con los fondos buitre.

En el actual conflicto entre el Estado argentino y el poder judicial de EEUU por la demanda de los fondos buitre, a partir del fallo de un juez de condado avalado por la Corte Suprema norteamericana, el jefe de gobierno porteño asumió inmediatamente la defensa de los intereses del capital especulativo en su versión más usuraria. Dijo, lisa y llanamente, que había que acatar el fallo del juez Thomas Griesa y pagarles a los prestamistas internacionales que pugnan por lograr una ganancia del 1600 por ciento. O sea, usura en estado puro. Por otra parte, si se aceptan sus demandas, tal como propone Mauricio Macri, la deuda argentina sufriría una escalada. Lo que se dice, una nueva catástrofe anunciada, que nos colocaría en los términos económicos y sociales de 2001.

El mensaje de Macri no deja ninguna duda sobre su posición, a diferencia de otros debates en los cuales sus asesores comunicacionales le sugieren –a través de omisiones, medias verdades o mentiras completas– disfrazar sus verdaderas intenciones, acercándolas al "sentido común". En este punto y como referente de la derecha moderna, el jefe del PRO resulta ser un ejemplo en el uso eficaz del simplismo de las ideas y del lenguaje.

Cierto es que en algunas circunstancias se expresa con una honestidad brutal, desnudando su verdadero pensamiento. Así lo hizo cuando reivindicó como su modelo de intendente nada menos que a Osvaldo Cacciatore, delegado interventor de la dictadura genocida en la Ciudad de Buenos Aires entre 1976 y 1982.

En ocasiones, utiliza giros retóricos que son desmentidos por posteriores declaraciones. Por ejemplo, hace un culto verbal del diálogo, pero en declaraciones radiales expresó, sin eufemismo, que estaba pasando el tren de la historia y que a Néstor Kirchner había que "tirarlo por la ventana".

Otras veces las contradicciones no se dan entre sus propios dichos sino, más bien, entre lo que dice y lo que hace. Por ejemplo, cuando le reclama al gobierno nacional respeto por la división de poderes, omitiendo el hecho incontrastable de que vetó 120 leyes votadas por la Legislatura de la Ciudad. O cuando insiste en la cultura de la pluralidad y su inquebrantable voluntad de diálogo, pero simultáneamente actúa con acciones brutales: la represión en el Parque Indoamericano, el desalojo de la Sala Alberdi, la demolición a balazo limpio de los "talleres protegidos" en el Hospital Borda o, más recientemente, el brutal desalojo del Barrio Papa Francisco demuestran que Macri tiene límites a la hora del diálogo y el respeto por los derechos.

¿CALIDAD EDUCATIVA?

La semana pasada se votó en la Legislatura la Ley de Evaluación Integral del Sistema Educativo en la Ciudad de Buenos Aires. Dicha norma se propone –aunque no sea dicho con claridad– desplegar un dispositivo tecnocrático de medición de resultados mediante operativos de evaluación estandarizados. Según el texto aprobado, un director ejecutivo, un consejo consultivo –que sin embargo tiene atribuciones resolutivas– y finalmente un comité científico académico operan como instancias de evaluación. Resumiendo: la línea es que la calidad educativa depende de la instrumentación de adecuadas herramientas de medición. La idea de fondo es que medir conduce a mejorar la calidad educativa.

Cabe preguntarse, ¿de qué se trata la calidad educativa en la concepción neoconservadora macrista? El ministro Esteban Bullrich definió su visión sobre el tema con la incorporación en la Ciudad de las pruebas PISA. Se trata de una medición que elabora rankings de ganadores y perdedores. Este modelo competitivo y excluyente se aplicó con mayor frenesí en Chile, donde las condiciones laborales docentes y el financiamiento a las instituciones educativas se vinculaban directamente a los resultados de las evaluaciones estandarizadas. Señalamos que el modelo es tecnocrático porque está fundado en la concepción que el conocimiento válido y legítimo es el "creado por expertos". En realidad es meritocrático y se funda en la comparación, elaboración de rankings, castigos para los réprobos y premios para los ganadores. Se trata de un modelo pedagógico pseudo moderno, pero regresivo y reaccionario, que opera como mecanismo de disciplinamiento pedagógico para docentes y estudiantes. Como ahora sabemos, el mentado experimento chileno terminó en un estallido social, generando una extraordinaria reacción de los estudiantes y la comunidad educativa que acabó derrotando ese proyecto y minando sin remedio al gobierno de la derecha chilena.

Esta iniciativa se enmarca en una política general educativa. Cada año, el gobierno de la Ciudad reduce en términos relativos el presupuesto para educación pública y subejecuta múltiples partidas destinadas a garantizar el derecho a la educación (como por ejemplo el gasto de infraestructura). Es necesario recordar también su matriz autoritaria en el manejo del conflicto educativo: intentó elaborar listas negras, denunciar penalmente a menores o despedir a docentes cuestionadores de medidas como el cierre de cursos.

Otro ejemplo concreto de la visión excluyente y de una manifiesta ineptitud fue la implementación de la inscripción online, que dejó a miles de niños sin vacante en las escuelas. En suma, el proyecto político educativo de Macri ha profundizado los niveles de desigualdad e injusticia educativa.

Como demuestra este ejemplo, la "calidad educativa" siempre es una cuestión de fines, una decisión política, todo lo contrario a una definición elaborada en un laboratorio de tecnoexpertos que reclaman disciplina y sumisión mientras vacían el espacio público. Seguramente, su plan educativo se inspira en las ideas de la Fundación Nuevas Generaciones (FNG), una de las principales usinas de la ultraderecha ideológica de nuestro país, ahora aggiornada a los nuevos tiempos de la "moderna derecha criolla".

El PRO, blindado por los medios de comunicación hegemónicos, se propone poner en el banquillo de los acusados a la escuela pública, a los docentes y a los estudiantes. Para un proyecto autoritario y mercantilista, Macri y sus tecnócratas tienen un "¡10, Felicitado!", pero en materia de igualdad, democracia sustantiva y ampliación de derechos ciudadanos, el actual jefe de gobierno está irremediablemente reprobado.

Nota publicada en Tiempo Argentino el 29/08/2014