Con las elecciones en la mira

27/06/2021
trabajador

ContraEditorial | Opinión

Por Carlos Heller

Todo gobierno aspira a tener las mayorías parlamentarias adecuadas para llevar a cabo sus planes. Y más aún cuando se está en presencia de una “oposición” que no duda en obturar iniciativas que son necesarias, ya sea para enfrentar los efectos de la pandemia, como para sentar las bases económicas y sociales de lo que vendrá más adelante.

Por eso, en la próxima elección de medio término se juega un hecho crucial para el devenir de los argentinos y las argentinas. Tiene que ver con la continuidad de las mismas políticas que se prometieron en la campaña presidencial de 2019 y que se han venido implementando, no sin dificultades. Lejos de no existir un “plan”, lo que hay es una coherencia absoluta entre lo que se prometió, lo que se dice y lo que se hace. Sirve tenerlo en cuenta a la hora de responder a quienes, para tratar de influir en el ánimo electoral, deslizan que todo se hace para ganar las elecciones y que después “todo saltará por los aires”.

Lo dijo claramente en la semana el presidente Alberto Fernández en el acto de La Bancaria: “Tenemos un plan, lo que pasa es que no les gusta a ellos, porque el plan que tienen ellos es el de ajustar, el de echar al que sobra. La primera variante de su ajuste es el trabajo de la gente. La mandan a la informalidad. Nuestro plan busca que haya más derechos para los argentinos y argentinas”.

La trascendencia de las elecciones también está presente en las decisiones y/o declaraciones de los grandes grupos de poder económico. Por ejemplo, y además de la defensa de los intereses sectoriales, no escapa a esta disputa el reciente rechazo de sectores del campo a las medidas para que comience a bajar el precio de la carne.

Lo político también se hizo presente en el marco de la primera reunión del Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina. Su flamante presidente, Daniel Funes de Rioja, criticó al gobierno por las medidas implementadas para enfrentar el Covid y también dijo que “hay reactivación en aquellas industrias ligadas a la construcción y en la construcción misma”. Sin embargo, según le respondió el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, “de un total de 16 ramas industriales, hay 12 que están en claro proceso de recuperación respecto de 2019” y aclaró que los que más crecen son sectores que no necesariamente se vinculan a la actividad de la construcción.

Los datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP) muestran que la recuperación industrial argentina en los últimos meses fue incluso “más profunda que la de la mayoría de las grandes naciones manufactureras y la de los principales países de la región”, una referencia que no hay que pasar por alto. En el acumulado enero-abril se registró en promedio un crecimiento del 5,1% contra el mismo período de 2019, superando a países como Brasil (+1,8%), Chile (+1,4%), o México (-2,4%), entre otros. Más allá de la comparación, lo que se desliza es que la actividad de la industria está empezando a recuperar parte de lo perdido durante el gobierno que encabezó Mauricio Macri, un período en que las políticas le propinaron un duro golpe a la industria. Cuesta comprender cómo los mismos sectores que se vienen recuperando siguen criticando lo que hace el actual gobierno. La respuesta, otra vez, es política.

En el plano de las denominadas “expectativas”, durante el anterior fin de semana el banco de inversión norteamericano Morgan Stanley envió un informe a sus clientes donde se reconoce que en nuestro país “los responsables de la formulación de políticas pudieron apuntalar (desde niveles extremadamente bajos) las reservas de divisas, el eslabón más débil”. Sin embargo, se dice que a medida que se acercan las elecciones la posición de reservas puede debilitarse nuevamente. También se habla de la “incertidumbre” (electoral) que impulsa la demanda de dólares “antes de los períodos intermedios”. Por eso no es casual que al comenzar la semana se haya vuelto a hablar bastante del tema dólar, y hasta pudo observarse una suba de la cotización del ilegal. Son algunos de los mecanismos que apuntan, con la ayuda del aparato mediático, a incidir en la agenda económica y política. Nuevamente, la supuesta falta de plan está presente en las declaraciones del Morgan.

Desde esa perspectiva, la devaluación se presentaría como un hecho inexorable en cualquier escenario. Es el mismo discurso que prevaleció durante gran parte del año pasado, cuando se decía que la “brecha cambiaria” no tenía techo, lo cual no se verificó, ya que terminó disminuyendo significativamente, aunque contribuyó a agregar incertidumbre y a impactar en variables como las reservas y la inflación.

Volviendo a los dichos de Alberto Fernández, el mandatario destacó que “el anterior presidente se olvidó de los argentinos y los metió en un lío enorme y nosotros seguimos negociando con el FMI porque ellos saben que necesitamos más tiempo porque tenemos que salir de la tragedia que nos dejaron y no tenemos que olvidarnos de esto, especialmente porque se viene un proceso electoral”. Además, agregó: “El FMI decidió apoyar a los países que sufren la pandemia con un préstamo de 50 mil millones de dólares y a la Argentina de Macri le dio un préstamo de 57 mil millones de dólares y le hizo un daño incalculable. Dense cuenta del despropósito del crédito que nos dieron. No hay que olvidarse de estas cosas”. Definiciones bien explícitas.

Argentina hoy cuenta con más reservas que en aquel entonces, se avecina un ingreso fresco de dólares por la asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG), existe superávit comercial y no hay compromisos importantes en materia de deuda, lo que habla de que estamos frente a una situación más robusta que la de un año atrás. Además, el tipo de cambio real multilateral se encuentra en niveles elevados según el BCRA, es decir que no hay problemas de competitividad. Es lo que acaba de manifestar el ministro de Economía, Martín Guzmán: “el tipo de cambio real está bien, estamos cada vez más fuertes”.

Se conocieron los datos del Indec sobre el sector externo para el primer trimestre de este año: unos USD 235.241 millones de activos dolarizados están bajo la forma de moneda y depósitos, la variante más líquida. Son fondos que se ganaron en Argentina en algún momento y que luego se fugaron, ya sea del circuito formal (los dólares en el colchón) como de la Argentina. Estos datos desmienten la idea de que en nuestro país “no te dejan producir”, o que “no hay rentabilidad” (por los impuestos, las regulaciones, etc.). No es una particularidad argentina. En una reciente nota, Paul Krugman afirma que “según cifras del FMI, Luxemburgo ha atraído más de 3 billones de dólares en inversión empresarial extranjera, comparable a la recibida en total por Estados Unidos. ¿A qué se debe eso? No existe prácticamente ninguna inversión real, sino que el diminuto ducado ha ofrecido a muchas empresas acuerdos que les permiten declarar allí sus beneficios casi sin pagar impuestos”.

Luego, Krugman pregunta: “¿Qué nos enseñan estas historias?”. Y responde: “Primero, que el actual sistema tributario internacional ofrece a las grandes empresas un amplio margen para la evasión fiscal”. Es decir, que no hay un problema de confianza sino de búsqueda de mayor rentabilidad.

“Segundo —añade—, nos enteramos de que cuando los países intentan competir con otros, reduciendo el impuesto sobre sociedades, no están luchando realmente por quién se va a quedar con inversiones que ofrezcan creación de empleo y aumento de la productividad. Hay muy pocas pruebas de que la reducción de impuestos de sociedades anima de hecho a las multinacionales a construir fábricas y expandir el empleo. No, por lo que luchan realmente es por definir dónde se declararán los beneficios, y por consiguiente, dónde se gravarán. Y la consecuencia de la bajada de los tipos impositivos y el aumento de la evasión fiscal es que los ingresos fiscales siguen cayendo”.

Son temas que se están discutiendo en el plano global. El establecimiento de un impuesto mínimo global del 15% para las corporaciones que operan en el extranjero, es una de las medidas que está madurando en el seno del G7.

¿Cómo funcionaría este sistema? Podemos citar a Gabriel Zucman, experto en guaridas fiscales y discípulo de Thomas Piketty: “Tomemos una multinacional alemana que declara sus ingresos en Irlanda, gravados con un tipo efectivo del 5%. Alemania cobrará ahora otro 10%, para llegar a un tipo del 15%; y lo mismo ocurriría con los beneficios declarados por las multinacionales alemanas en Bermudas, Singapur, etcétera”. Estos procedimientos reducen bastante las posibilidades de evasión de las multinacionales y el impacto de las guaridas fiscales. En resumen, estas iniciativas indican el reconocimiento de la existencia de un modelo que se está agotando, más allá de que siempre habrá resistencias para que no haya cambios.

En nuestro país el resultado de las elecciones legislativas será crucial y marcará los próximos dos años de nuestra vida política, económica y social. Por eso hay que trabajar tenazmente para consolidar y extender el enorme y diverso espacio que se conformó para intentar superar la crisis heredada del macrismo, agravada luego por la pandemia sanitaria, y para que se consoliden las mayorías necesarias para seguir avanzando en el Congreso con las políticas que resultan necesarias para un desarrollo económico y social inclusivo.

Nota publicada en ContraEditorial el 27/06/2021