Del “pacto recíproco” a la contrarreforma

28/11/2025
Milei con carpeta

Página/12 | Opinión 

Por Juan Carlos Junio

El Presidente argentino le advierte exultante a sus ciudadanos: “abróchense los cinturones, habrá más reformas”. Milei jugó de local, ya que lo dijo ante los empresarios de Corporación América, que lo prohijaron desde sus inicios y lo lanzaron a los medios en la fase de instalación del personaje de la nueva derecha acorde con los novedosos manuales venidos de las modernas metrópolis capitalistas. Fue una apuesta costosa de alto riesgo que resultó exitosa. El gran empresariado de los multimillonarios es el ámbito preferido de Milei, tanto con la burguesía local, como con los verdaderos potentados del mundo: Estados Unidos de Donald Trump y su otro aliado principal, el israelí Benjamín Netanyahu. Quien una vez más hizo punta marcando la cancha fue la Amcham (cámara de empresas norteamericanas en “su” Argentina) que celebró efusivamente el “pacto recíproco”, como “señal contundente de confianza mutua y visión estratégica compartida”.

Esas señales inequívocas del poder real, incluyendo los medios de comunicación hegemónicos, impulsan a su gobierno para que no demore la capitalización del circunstancial triunfo electoral. Desde esa convicción se proponen que el parlamento apruebe el presupuesto nacional que consolida un plan de ajuste y las leyes contrarreformistas laboral y tributaria. La “modernización” de la legislación laboral es un objetivo permanente de las derechas como expresión política de los intereses de las corporaciones empresarias.

Esta conducta viene como reacción a las leyes sociales originadas desde las luchas de principios del siglo XX por la jornada de 8 horas, y muy particularmente de los avances históricos instituidos durante el primer peronismo. Desde la Tribuna de Doctrina del que fuera el diario de los Mitre, se argumentó que la centralización de las negociaciones de salarios y las condiciones de trabajo, y el sindicato único por actividad tiene el sello de la Carta del Lavoro de Mussolini de 1927. La crítica de “los reformistas” incluía al dictador J.C Onganía, a quien acusaba de haberle concedido a los sindicatos el dominio de las obras sociales mediante la Ley 18.610 (1970).

Actualmente se proponen lo mismo, aunque elaboraron argumentos más modernos como la “libertad” de los convenios por empresa, que implicaría la liquidación de las convenciones colectivas, hasta la notable creación propagandística del “salario dinámico”, que quebraría el principio de igual remuneración por igual trabajo.

Siguiendo con las “modernidades” inventan también que el salario de convenio ya no será un piso, sino una “referencia” difusa que obliga a entrever que serán los empresarios desde su poder quienes impondrán las condiciones.

Pero hay más: algunos núcleos del poder en su afán por materializar el ahora o nunca, impulsan, todavía en forma soterrada, la necesidad de “unificar el fuero laboral con el comercial”, con el argumento primitivo de que resulta necesario eficientizar el sistema judicial. Se trata lisa y llanamente de liquidar el fuero laboral creado en 1944. La iniciativa desnuda su carácter anti obrero y nos retrotrae a una época histórica pre peronista. El paquete “moderno” es tan regresivo como los anteriores.

Sin embargo en términos del discurso ideológico se proponen salir al encuentro de la inquietud de millones de trabajadores/as que no tienen empleo, viven de changas circunstanciales y en la marginalidad del empleo no registrado. Se dirigen también a quienes tienen ocupación pero temen perderla. O sea, a las víctimas de su propio plan de ajuste y recesión. Les dicen: “¡Con estas leyes vamos a generarte trabajo y tus angustias desaparecerán!“. Se trata de la misma letanía utilizada en anteriores oportunidades, que nunca ocurrió en la práctica.

El único camino para crear empleo es con un proyecto de crecimiento del mercado interno, incrementando la participación del salario en el reparto de la torta y con una fuerte acción del estado para distribuir riquezas con un sentido de progreso para las mayorías. En definitiva, nos presentan un maravilloso caballo troyano para trasponer mediante el engaño el muro de la conciencia ciudadana sobre sus derechos adquiridos. Una vez vulnerado podrían avanzar en su propósito verdadero, que no es otro que la sistemática transferencia de ingresos de trabajadores y sectores medios, hacia los núcleos de las clases adineradas. Pruebas al canto: ¿Acaso todos los ajustes y “ahorros” a costa de las mayorías, los aumentos de tarifas de servicios públicos del 525 por ciento desde enero del 2024, la paralización de las obras públicas, la caída del salario de privados y estatales y de los haberes jubilatorios fueron para mejorar la vida del pueblo?

En la cruzada ideológica libertaria se filtró que el gobierno llevó al Consejo de Mayo un proyecto de ley de “libertad educativa”, que reemplazaría la Ley de Educación Nacional 26.206 (2006). La iniciativa referida al sector inicial, primario y secundario habilita la formación en el hogar como una “alternativa” junto a otra forma híbrida de clases presenciales y virtuales, y una tercera a la distancia.

Siguiendo con el “progreso moderno” el proyecto habilita planes de estudios “propios” diseñados por cada escuela, liquidando las políticas nacionales. Ya lanzados declaran la “esencialidad”, lo cual implica que ante una medida de fuerza debe garantizarse la continuidad mínima del servicio educativo. Como colofón el proyecto libertario autoriza a las provincias a ofrecer enseñanza religiosa confesional de manera optativa y fuera del horario. En definitiva, la modernización resulta ser un vulgar oscurantismo que nos llevaría más atrás de la ley 1.420 sarmientina de educación común obligatoria y gratuita. Estaríamos ante la liquidación de la escuela como institución educativa. Inculcan la educación individual a la vez que “ahorran” una gran parte del presupuesto.

El optimismo huracanado del gobierno y sus voceros mediáticos recibió en estos días un mazazo: no vendrán ni los 40 mil millones de dólares que anunciaron oportunamente, ni los 20 mil posteriores, que también instituyeron como una virtual realidad. Todo indica que vendría una suerte de “ahora cinco”. Serian 5 mil millones de dólares que tendrían como destino refinanciar los próximos vencimientos de la deuda externa. Veremos qué otros conejos intentan sacar de la galera, ya que ahora descubren que los banqueros no abrirán su bolsa si el tesoro de Estados Unidos no le garantiza el retorno de su crédito. Milei es muy de ellos, pero no creen que pague sus empréstitos.

Nota publicada en Página/12 el 28/11/2025

 

Referentes

Carlos Heller

Presidente PSol

Juan Carlos Junio

Secretario General