Inflación y rédito electoral

16/04/2023
Mujer en supermercado

Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

Uno de los factores que inciden en los aumentos de precios es la instalación de incertidumbre y la especulación de ciertos sectores que, con la ayuda de los grandes medios de comunicación, intentan (y a veces logran) generar zozobra en la población, ya sea para incrementar sus ganancias, como para sacar rédito electoral.

En un medio de comunicación se informaba que “se aceleró en la primera semana de abril el ritmo de remarcación de precios”, intentando anticipar el resultado de todo ese mes. A su vez, en una nota del 25 de marzo en un diario de circulación masiva se señalaba que las empresas que precisan importar estaban cargando en sus precios de venta al mercado interno un dólar a 450 pesos (más del doble del valor del tipo de cambio oficial, que es por el que importan).

La supuesta razón es que desde el momento en que solicitan la licencia hasta que obtienen la autorización para el embarque transcurren unos 270 días, y debido a ello las empresas cargan en sus precios los valores de los mercados de futuro a esos plazos. Es la lógica del costo de reposición aplicada de manera arbitraria, que genera coberturas “por las dudas” y que colabora con la idea de obtener la máxima ganancia. En lo esencial, no existen razones objetivas para que los bienes que se venden “ahora” (cuya autorización se solicitó 270 días atrás) coticen a un valor del dólar distinto al de pago en el mercado de cambios.

Un medio especializado en economía le preguntó a “consultores” del mercado por qué, si la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los financieros cayó en los últimos meses, no se terminó verificando una baja de la inflación. Lejos de todo rigor, se dijo que el problema es que el dólar oficial es el que está atrasado y que eso motiva la inflación por “expectativas”, derivadas de una posible devaluación más adelante. Pero ninguna devaluación abrupta ha ocurrido. Tampoco hay razones objetivas que validen estos temores, ya que el tipo de cambio real multilateral mantiene su competitividad, la cual ha venido incrementándose desde septiembre pasado.

Mi explicación es que si la inflación sube con el aumento del dólar ilegal o el financiero, pero no cae cuando éstos últimos lo hacen, hay una razón de fondo que radica en la puja distributiva.

En el último informe de Perspectivas de la Economía Global del FMI se hace referencia a la inflación en los países desarrollados: “los márgenes empresariales han aumentado notablemente en los últimos años -esta es la otra cara de la moneda de un marcado aumento de los precios acompañado solo de un ligero aumento de los salarios- y deberían poder absorber, en promedio, gran parte de los crecientes costos laborales”. Habría que ser muy optimista para esperar que, en ausencia de regulaciones, no termine prevaleciendo el ánimo de maximizar ganancias a toda costa.

 

La asfixia del FMI

El Fondo acaba de elevar la pauta inflacionaria para Argentina al 88 por ciento para fin de año, por encima de la proyección previa del 60 por ciento. También modificó su estimación de crecimiento del PIB para este año, del 2,0 al 0,2 por ciento, en un contexto de aguda sequía. No deja de ser llamativo que dos semanas antes se aprobó la cuarta revisión trimestral con los parámetros del Presupuesto. Sin duda, la propia actitud del Fondo está indicando que será indispensable revisar las últimas metas acordadas.

En este aspecto, el presidente Alberto Fernández fue categórico: “No nos van a asfixiar, y más cuando estamos viendo lo que vivimos”, y agregó: “Tenemos responsabilidad fiscal, queremos corregir el déficit fiscal, y tampoco nos interesa andar emitiendo dinero a lo loco. Ninguna de esas cosas nos interesa, pero hemos padecido la peor sequía desde 1929 que nos ha privado de 20 mil millones de dólares”.

En similar sentido, en Shanghái, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que “no se puede estar asfixiando a los países como está haciendo ahora a la Argentina el FMI, y como hacían con Brasil y otros países”, y agregó: “ningún gobernante puede gobernar con un cuchillo en la garganta por el hecho de que el país sea un deudor. Los bancos multilaterales deberían poner tolerancia en cada renovación de acuerdos”.

Es todo un desafío para los países deudores, que sólo podrán enfrentar las “asfixias” mediante el fortalecimiento de su unidad interna, la defensa de su soberanía y además una verdadera unión de los países en desarrollo para poner freno a las abusivas exigencias de los organismos financieros internacionales.

Nota publicada en Página/12 el 16/04/2023

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