Nada nuevo, todo igual de malo

03/03/2024
Reciclador urbano leyendo

Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

El presidente Javier Milei inauguró este viernes las sesiones ordinarias del Congreso. No hubo demasiadas novedades: repitió lo que ya venía diciendo en torno a la libertad de mercado, el achicamiento del Estado, la eliminación de regulaciones, la apertura comercial y la política como el mal absoluto, idea que, en su versión, explica el fracaso de la Argentina.

Desde el Bloque de Diputados de Unión por la Patria expresamos en un comunicado: “Luego de escuchar su discurso, en la 142° Apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación, diputadas y diputados nacionales de Unión por la Patria le decimos al Sr. Presidente de la Nación que los agravios y las excusas no tapan la realidad. Producto de la motosierra y la licuadora, que viene llevando adelante como plan económico, cada vez son más los compatriotas que están siendo perjudicados por el brutal ajuste, generando zozobra y graves complicaciones en la vida diaria”. Luego agregamos que “durante más de una hora, Milei no planteó una sola iniciativa que auxilie las realidades económicas de las provincias. No transmitió ni un solo plan para mejorar los salarios y el poder adquisitivo de las/los trabajadores. No expresó ningún proyecto de ley que resuelva el problema de la vivienda que padecen millones de compatriotas. No hubo ni una propuesta beneficiosa de futuro para las y los jóvenes. De las y los jubilados se olvidó totalmente. No manifestó ni una decisión que termine con la desesperanza reinante del argentino de a pie. Ni siquiera se preocupó por establecer lineamientos que favorezcan la educación o la salud pública”. Finalmente sostenemos que “por mandato constitucional y convicción política, el bloque de Unión por la Patria no cesará en su esfuerzo para construir una Argentina con más oportunidades, más y mejor trabajo, salud, educación y mayor Justicia Social. Junto con los sectores organizados y las instituciones de la democracia tenemos el deber de defender los intereses soberanos de las provincias y nuestra Patria en su conjunto”.

En el discurso del Presidente tampoco fue original la convocatoria del gobierno a gobernadores, expresidentes y líderes de los principales partidos políticos, a un encuentro en Córdoba el próximo 25 de Mayo, con el objetivo de firmar un nuevo contrato social llamado Pacto de Mayo. Ese acuerdo contendría los principios del nuevo orden económico: Milei enumeró 10 políticas de Estado entre las que sobresalen la reducción del gasto público a niveles históricos en torno al 25% del PIB; una reforma laboral “moderna”; una reforma previsional “que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y aporten y permita a quienes prefieran suscribirse a un sistema privado de jubilación”; y la apertura al comercio internacional.

Milei convoca a un gran acuerdo nacional de apoyo a su programa de gobierno. No hay ninguna disposición al debate: propone la imposición de sus políticas. Además, a los gobernadores les ofrece un “Plan Canje”: un “paquete de alivio fiscal” a cambio de, antes de acordar el Pacto de Mayo, firmar un preacuerdo y sancionar la Ley Bases.

Les devuelve recursos a cambio del apoyo a su modelo económico. No hay diálogo ni búsqueda de consensos: sólo un pedido explícito de sumisión al credo neoliberal. Muy parecido a un chantaje.

Más allá del intento del gobierno por legitimar sus políticas, el fuerte ajuste implementado en la economía argentina tiene impacto en lo local pero también en lo internacional.

El FMI en su informe de “Perspectivas de la Economía Mundial” proyecta un crecimiento global de 3,1% para 2024. Sin embargo, para América Latina y el Caribe prevé para igual periodo una suba del 1,9%, con una revisión a la baja de 0,4% debido al “crecimiento negativo de Argentina en el contexto de un ajuste significativo de la política económica para restablecer la estabilidad macroeconómica”.

Algo similar plantea el organismo con los pronósticos de inflación que, si bien se han revisado a la baja tanto para 2024 como para 2025 en las economías avanzadas, se han revisado al alza para 2024 en las economías de mercado emergentes y en desarrollo, debido sobre todo a la situación en la Argentina “donde se espera que la realineación de los precios relativos y la eliminación de los antiguos controles de precios, la última depreciación de la moneda y su traslado a los precios hagan subir la inflación en el corto plazo”.

Tras su visita a Buenos Aires el 21 y 22 de febrero último, la Primera Subdirectora Gerente del FMI, Gita Gopinath, declaró: “Dados los costes de estabilización a corto plazo, es esencial sostener esfuerzos para apoyar a los segmentos vulnerables de la población y preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, así como garantizar que la carga del ajuste no recaiga desproporcionadamente sobre familias trabajadoras. Proceder de forma pragmática para asegurar apoyo social y político también es fundamental para garantizar la durabilidad y eficacia de las reformas”.

El gobierno hace hincapié en que logró el déficit cero durante el mes de enero. Lo presenta como un gran acontecimiento. Pero es necesario complejizar el análisis. El déficit o superávit financiero es la diferencia entre la totalidad de los ingresos y los egresos, incluidos los pagos de los intereses de la deuda pública. El resultado primario parte del anterior, pero excluye el pago de intereses de la deuda pública. El gobierno recortó fuertemente el gasto primario, pero no hizo ningún recorte sobre el gasto financiero. Ni siquiera reclamó la eliminación de los sobrecargos. La Argentina en la actualidad paga más de un 5% de interés por la deuda, a lo que hay que sumarle un 3% de sobrecargo. Cuando Mauricio Macri tomó el crédito y cuando Alberto Fernández lo renegoció la tasa de interés era de poco más del 1%. Hoy, sumando los sobrecargos, supera el 8%.

¿Por qué el FMI aplica los sobrecargos? Porque le dieron al gobierno de Macri más crédito del que podían según las propias normas del organismo. Es decir: el Fondo le da a la Argentina un monto que no le corresponde pero la que tiene que pagar la multa es la Argentina.

En este escenario, el gobierno de Milei recorta fuertemente el gasto primario: tuvo una baja del 39,4% interanual real, es decir, descontando la inflación. El mayor recorte fue sobre jubilaciones y pensiones. Luego le siguieron los subsidios económicos, principalmente en energía y en bienes de capital. A ello hay que agregar la poda de salarios públicos, planes sociales y transferencias a las provincias. La caída de estas últimas fue del 72%. Las partidas para Potenciar Trabajo, Tarjeta Alimentar, Progresar y otras se redujeron en un 23% real interanual. En contrapartida, el pago de intereses de la deuda se incrementó en un 26%. Más claro imposible: se ajustó a los sectores populares, incluidos los sectores medios, para llegar al déficit cero pagando, en simultáneo, la totalidad de los intereses de la deuda.

Milei insiste con viejas recetas que ya han demostrado su inviabilidad. Desde su perspectiva hay un único modelo de país y es el que ellos proponen. Todo lo demás es “la casta”. Con ese planteo, la democracia queda muy limitada: se pretende que la oposición sólo pueda obedecer o subordinarse. Nosotros insistimos en que hay otro modelo de país y es el que seguiremos defendiendo.

Nota publicada en Página/12 el 03/03/2024