“Si no se recauda y se acumula, la distribución es un eufemismo”

28/07/2008


El presidente del Banco Credicoop y dirigente progresista señala en esta entrevista las cuestiones que el Gobierno debe tener en cuenta de aquí en más para retomar la iniciativa. Entre ellas, menciona la necesidad de una reforma impositiva y financiera y la profundización de las políticas de redistribución, con el Estado como actor imprescindible.  Por Néstor Leone
 

Qué país tenemos luego de cuatro meses de conflicto? Evidentemente, no es el del 10 de marzo pasado, por más que haya caído la Resolución 125.

Tenemos un país en el que se ha comprobado lo difícil que es avanzar en cualquier proyecto que signifique modificar el modelo de acumulación y distribución. En última instancia, ése es el eje central de la disputa, porque cambiar de modelo no significa sólo haber salido de la Convertibilidad.
El cambio esencial está dado por el rol del Estado y la capacidad de ese Estado para arbitrar en la forma de distribución.
Es decir, si vamos a tener un esquema de derrame o uno de distribución. Están quienes dicen que para mejorar la distribución primero hay que mejorar la productividad, y ofrecen repartir los nuevos excedentes que sean creados, sin cambiar en nada la matriz distributiva. Y también quienes decimos que hay que avanzar en un modelo de apropiación de la riqueza y renta extraordinarias para llevar adelante políticas efectivas de distribución. Lamentablemente, la negativa en el Senado fue un golpe a esa herramienta y a esa posibilidad, pero el juego está abierto para seguir avanzando.

Una vez caídas las retenciones móviles, ¿qué otros instrumentos de política económica debería utilizar el Gobierno para hacer efectiva esa redistribución?

 Una reforma tributaria, desde luego. Hace falta un Estado que recaude de manera significativa y que asigne correctamente.
Si no se recauda y se acumula, la distribución es un eufemismo. Para avanzar en un modelo de distribución existen dos formas. Una, directa: crear más empleo, mejores salarios, combatir la precarización laboral. Otra, tomar recursos de los que más tienen y reasignarlos entre aquellos que los necesitan. Pero cuando se habla de reforma tributaria no se pide sólo subir impuestos, sino también rebajar algunos, porque ésa también es una manera de redistribuir. Por ejemplo, dejar de cobrar el IVA a los alimentos o a los medicamentos.
O gravar otros rubros. Las exportaciones del sector minero entre 2005- 2007 se mantuvieron estables en volúmenes, pero significaron un 80 por ciento más en términos de valores. Si en 2005 ya eran muy rentables, hay que inferir que ahí debe haber un bolsón importante de renta extraordinaria que debería ser apropiable.

¿Y respecto de la renta financiera?

Ahí hay que eliminar la exención del impuesto a las ganancias que tiene esa renta.
Las rentas están todas gravadas, incluida la del trabajo personal. En cambio, la renta financiera está exenta, como están exentos los dividendos de las acciones de las empresas, por obra y gracia de Martínez de Hoz y la dictadura. Hay que eliminar esas exenciones. Y hay que hacerlo respetando los criterios del mínimo no imponible, porque no se trata de tomársela con los pequeños ahorristas que tienen en un plazo fijo el fruto de su ahorro personal. Después hay que gastar bien, con una gestión pública eficiente que pague uno lo que vale uno.

Si las retenciones móviles, entre otras cosas, fueron concebidas como una forma de desacoplar los precios locales de los internacionales, en un contexto de demanda y precios crecientes, ¿cuál es la alternativa?

Una manera de redistribuir sin que se desequilibren las variables es gravar y subsidiar dentro de un esquema racional. Evidentemente hay que incrementar la oferta de bienes, pero hay que hacer que esa oferta no se concentre en los segmentos ya concentrados; de ahí la necesidad de ese esquema.
La inflación, en la Argentina de hoy, tiene que ver básicamente con la puja distributiva. Agotada la capacidad instalada, se ha optado por subir precios y atender a la franja que acepta esa suba de precios, más que invertir y ensanchar la oferta.

¿Cómo se cambia la composición de lo que la Argentina produce y exporta?

 Primero, hay que dejar en claro que un país no exporta lo que quiere exportar sino aquellas cosas para las que hay mercado.
Pero si nos resignamos a ser un país exportador de materias primas y productos primarios tendremos un problema grave. Por lo tanto, una de las cosas que debería pensarse es que este ciclo favorable de altos precios de las materias primas tiene que servirnos para avanzar en el desarrollo de un modelo productivo con alto valor agregado. Y eso se relaciona estrechamente con la ciencia y la tecnología.
La creación de un ministerio, en ese sentido, es un buen paso. Ahora, hay que dotarlo de recursos y hay que hacer que las políticas avancen. Estamos en el mundo del conocimiento: si no se tiene desarrollo, investigación, fortalecimiento del conocimiento, se ensancha la desventaja.
Pero, claro, un edificio se implosiona en un minuto y sólo quedan escombros, pero no hay ningún sistema constructivo que logre reemplazar ese edificio por otro en el mismo tiempo. Y acá, en las últimas décadas, se arrasó con muchas cosas que se reconstruyen con tiempo y recursos.

 ¿Cómo se financia el desarrollo?

Los brasileños, de los que tanto se habla ahora, tienen su famoso Banco de Desarrollo.
Pero no lo han construido de un día para el otro, sino que les llevó décadas de acumulación de recursos fiscales.
Hasta tienen una línea de crédito subvencionada para comparar empresas de sectores clave en la Argentina. Creo que de eso se trata. Lo que pasa es que el neoliberalismo convirtió en malas palabras términos válidos como intervención estatal, subsidios, servicios públicos, y eso significó un perjuicio enorme. Ésos son los conceptos que hay que recuperar.

¿De qué manera cree que el Gobierno puede recuperar la iniciativa?

Un conjunto de personas, pertenecientes a diversas organizaciones y movimientos, hizo un llamado público diciendo que de esta crisis se sale con más democracia y más distribución del ingreso. Yo sigo creyendo que, efectivamente, esto es así.
El pensamiento conservador siempre plantea la necesidad de escenarios calmos y tranquilos, porque el statu quo y el no cambio es lo que más le conviene. Y, en ese sentido, la derogación de la Resolución 125, según lo que se lee y se escucha, parece que ha venido bien porque se ha recompuesto el clima. Que la gente esté bien siempre es bueno; nadie puede querer que exista tensión. Pero también hay que asumir que alterar el modelo de distribución en sí mismo es conflictivo. Es muy difícil imaginar que eso pueda pasar sin que se genere conflicto porque cuando se habla de puja distributiva se está hablando de tensión. Y los conflictos los generan siempre los que propician cambios. Los que pretenden que las cosas sigan como están tienden a poner el conflicto como el mal absoluto. Pero el mal está en la perversa manera en que se distribuye la riqueza.

¿Entonces?

El Gobierno lo que tiene que hacer, entonces, es un plan que sea consecuente ECONOMÍA con sus definiciones. Si se quiere avanzar en la distribución del ingreso, porque se considera que ése debe ser el eje de la política, debe hacer aquellas cosas necesarias para hacerla posible. Y tomar posición: o regula el Estado o regula el mercado.
Si dejamos que regule el mercado vamos a tener un escenario con más de lo mismo. Si cambiamos la filosofía, tendremos un país más integrado.

“Se necesita una fuerza política plural y amplia”

¿La actitud de Julio Cobos significa el fracaso de la Concertación que planteó el Gobierno?

 No soy un constitucionalista, ni nada que se le parezca,pero me resulta bastante claro que el vicepresidente de la Nación es alguien que forma parte del Ejecutivo,dentro de la división de poderes, y el encargado de sostener en el debate parlamentario las posiciones del Gobierno.Votar en contra del poder del que se forma parte significa una alteración de una regla fundamental.O, por lo menos, plantea un conflicto.Respecto de si esto significa un fracaso de la Concertación, está por verse.Lo cierto es que el país necesita que la gobernabilidad se asiente no en la fuerza de un partido sino en una conformación política plural y amplia donde puedan expresarse las diferencias de opiniones y funcione el equilibrio. No es fácil,pero es una búsqueda necesaria.Seguramente el voto de Cobos le va a agregar una dificultad adicional,porque todas esas construcciones se hacen sobre la base de la confianza.

En estos meses se habló mucho de la mesa chica del kirchnerismo,del doble comando,del excesivo protagonismo del ex presidente. ¿Qué relevancia le otorga?

En todos los ámbitos hay mesas chicas, porque hacen a la confianza,a las historias compartidas. El problema es cuando esas mesas chicas se convierten en mesas exclusivas.Por eso, lo deseable no es que no exista una mesa chica, sino que esa mesa chica sea capaz de tener vínculos no formales con espacios más amplios de deliberación y toma de decisiones, y que esos mecanismos complementarios puedan funcionar.

¿Y sobre el rol del ex presidente?

A mí nunca se me ocurrió pensar que Kirchner se iba a ir al café literario, pero no creo que la clave sea que deba tener menos protagonismo.
Por otro lado, su paso a la conducción del PJ puede tener dos lecturas.
Una, se puede decir que es un alejamiento a la posibilidad de construir esa transversalidad de la que se hablaba, pero también puede preguntarse qué habría pasado si el PJ hubiera quedado en manos de quienes hoy aparecen como opositores.
Por eso digo que la asignatura pendiente está hacia adelante: ¿será este PJ que preside Kirchner capaz de ampliarse, en sus contenidos, en sus formas, en su relación con otras fuerzas políticas, para poder efectivamente construir un espacio plural y transversal? Ésa es la gran pregunta.

¿Cómo se sitúa su espacio en este nuevo contexto político?

No formamos parte del Gobierno ni del PJ, pero compartimos una cantidad de cosas que tienen que ver con rumbos o políticas que se han adoptado.
Entre ellas, las retenciones móviles.
Nosotros, desde el origen, nos hemos definido como autónomos no confrontativos. Es decir, estamos en libertad de decir esta política la apoyamos, ésta no. Somos críticos, por ejemplo, del proyecto del tren bala, del mal manejo del Indec y reclamamos que se le dé la personería jurídica a la CTA.Pero estamos de acuerdo con el trazo grueso de gran parte de las políticas llevadas a cabo. (26/07/2008 Revista Debate)