Unión opositora y caída de mitos

22/08/2025
HCD

Página/12 | Opinión  

Por Juan Carlos Junio

La dinámica del cierre de alianzas y candidaturas fue generando una amalgama que posibilitó la unión de la oposición para enfrentar el plan del establishment: consolidar el proyecto político-económico del mileísmo.

El reto político decisivo de la elección en la provincia de Buenos Aires y la nacional en octubre, activaron las reservas existentes en vastos sectores políticos, sociales y culturales, que se identifican con las ideas populares y progresistas, con epicentro en el peronismo.

La unidad lograda, superadora de diferencias conceptuales y, particularmente, contradicciones por espacios de representación política, fue determinante para ir dejando atrás las consecuencias de la derrota política y cultural de octubre del 23.

El desafío de llegar a la ciudadanía, receptando con mucha escucha, como propone Jorge Taiana; haciéndose eco de sus inquietudes y desesperanzas, convoca a desplegar una gran acción militante en pos de recuperar lo mejor de las tradiciones políticas populares: dar respuesta a las verdaderas y auténticas necesidades y demandas del pueblo, asumiendo que para cumplir ese propósito, se deben distribuir ingresos concentrados en minorías enriquecidas a lo largo de décadas.

Así como la unidad es condición básica, sin la cual no puede construirse el triunfo político-electoral, también resulta imprescindible asumir un programa de reformas con un claro sesgo de defensa de la soberanía nacional sobre nuestras enormes riquezas naturales, industriales y científicas, privilegiando al trabajo como factor social y humano, unificador y dinamizador del tejido socio-cultural.

Resulta imprescindible poner en debate un plan económico de emergencia que salga al encuentro de lo principal: sacar de la situación de pobreza e indigencia a los millones de argentinas/os, incluyendo a nuestros niños; que fueron empujados a esa situación lastimosa por los modelos neoliberales, expresados ahora por el mileísmo; y los que no tuvieron la determinación de enfrentar a los núcleos de poder económico, privilegiando las necesidades y derechos de las mayorías sociales, desde los más humildes a las clases medias, también agredidas por el viejo modelo de inspiración thatcheriana practicado por Martínez de Hoz, Menem y Macri, ahora “modernizado” por la gritería mileísta. Vivimos días de aplicación extrema del dogma con el propósito electoral de bajar la inflación con un costo intolerable para el erario público. 

El proyecto político es el mismo de siempre y terminará como siempre: estallando, y dejando al país y al pueblo en una situación catastrófica en términos sociales. De eso se trata, una vez más. Por lo tanto, a la vez que se despliegan con fuerza y entusiasmo las campañas electorales en ciernes, hay que pensar en la construcción de un bloque político y social muy amplio que saque al país y a nuestro pueblo de la actual encrucijada.

Los recientes triunfos en las sesiones del Parlamento, demuestran el crecimiento del rol democrático del Congreso, y la trascendencia de sus decisiones para la vida del pueblo y en defensa de las instituciones de gestión pública, como el Garrahan y las universidades, incluyendo causas tan esenciales y nobles como el derecho de discapacitados, de los jubilados o la solidaridad con nuestros hermanos que se enfrentan a cataclismos naturales.

Uno de los ejemplos más trascendentes de los últimos tiempos en legislación a favor de la ciudadanía, fue la iniciativa del “aporte solidario y extraordinario” de los diputados Carlos Heller y Máximo Kirchner. Debieron tributar sólo una minoría de diez mil personas para que se logre una importantísima recaudación de 2.600 millones de dólares destinados a temas vitales para la sociedad en plena pandemia: vacunas, equipamiento, subsidio a pymes, becas para estudiantes, un Fondo de Integración Socio Urbana, y se destinó una suma importante para la producción de gas natural, aplicado en lo esencial al gasoducto Néstor Kirchner. Ya sabemos que los diez mil aportantes siguieron siendo tan ricos como siempre. Más bien, continuaron con su derrotero de crecimiento de sus fortunas. Como vemos “había plata” y demuestra que el grito presidencial de “no hay plata” es un patético verso, un falsete, con el fin de presionar a la ciudadanía para que acepte el “ajuste más grande del mundo”, aunque implique vivir cada vez peor. Así es que debe elaborarse una reforma tributaria auténticamente progresiva, que grave las grandes ganancias y patrimonios de las personas físicas y jurídicas quienes vienen gozando de una política impositiva pro ricos.

Lo cierto es que la soberbia triunfalista del Presidente va chocando contra el muro de la realidad, mutando a turbación y desconcierto. Su Ministro estrella, el Toto Caputo, en su infructuoso afán de “explicar” lo inexplicable, terminó confesando la ideología antidemocrática de los J. P. Morgan boys: “nada que sea bueno para el país, puede pasar por ley, porque el Congreso quiere que al país le vaya mal”, como la emergencia a discapacitados y fondos al Hospital Garrahan.

Ya lo había expresado el Presidente el primer día cuando asumió de espaldas al Congreso, al que luego definió como “nido de ratas”.

El siete a cero de los senadores, y el doce a cero de los diputados, demuestran que existe un gran caudal democrático y principista, dispuesto a defender al pueblo y a la Nación del embate neocolonialista de Milei y sus muchachos venidos por un tiempito de sus oficinas financieras de Manhattan, para aplicar sus fórmulas mágicas consistentes en endeudarnos para siempre, condicionando el presente y el futuro del país.

Ahora intentan tapar sus enormes agujeros con privatizaciones precipitadas, posibilitadas por la oprobiosa Ley Bases (arrepentidos, abstenerse) exigida en su momento por el establishment para asegurarse la legalidad de sus “negocios estratégicos”, más conocidos como “saqueo”. Lo cierto es que los agravios ya no impactan, más bien generan un efecto rebote; y mucho menos aún la motosierra contra los sectores sociales más vulnerables. Como siempre afirma García Linera “los derechos sociales nunca se lograron por beneficencia de los millonarios, debieron ser conquistados por las luchas y los votos”.

Nota publicada en Página/12 el 22/08/2025