Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
El próximo domingo, el pueblo argentino decidirá entre dos candidatos que expresan proyectos políticos antagónicos. Se pondrá en juego nuestra Democracia, los derechos sociales y culturales conquistados a lo largo de décadas, el sistema jubilatorio, la obra pública, el trabajo y la vigencia de las leyes que lo protegen, la salud y la educación como derecho público, la propia moneda nacional y hasta nuestra matriz política y cultural sobre el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. La fórmula Milei -Villarruel manifestó públicamente su voluntad de retornar a la política menemista de enajenación de las grandes empresas del Estado, como YPF y Aerolíneas Argentinas, al igual que la propiedad y explotación de los recursos naturales, particularmente los energéticos, como Vaca Muerta, el litio, etcétera. Todo está comprometido. Milei expresa una Argentina que será invivible; por lo tanto preanuncia una sociedad sumida en el encono y la conflictividad.
Este enfoque fue presentado abiertamente a la sociedad: “Que todo explote, para acabar con la basura de la casta política”. El candidato, proclive al descontrol emocional, invoca explosiones e incendios, más allá del camuflaje de los últimos días. Este rasgo se complementa con su formación ideológica, que abrevó en el ultraliberalismo austríaco y el thatcherismo. Consecuentemente, los libertarios declararon su determinación de romper relaciones políticas y comerciales con China y Brasil, ya que sus líderes fueron picados por el “virus del populismo-comunista”.
Los conservadores actuales viraron abruptamente de su canon ideológico tradicional, representando al partido del orden, que siempre incluyó un elemento coercitivo y represivo, para colocarse en un lugar antisistema. Así es que el sistema del poder económico-mediático, sostiene a un personaje que se inviste falsamente de antisistema.
El debate entre los dos candidatos generó una enorme atención. Resulta unánime la opinión del triunfo de Massa. No fue sorpresa, es un político formado y experimentado, y su contrincante un amateur sin experiencia de gestión ni capacidad de oratoria.
En esta crucial instancia gran parte de la sociedad decidió salir a dar la cara y pronunciarse por la fórmula Massa - Rossi, a la vez que los poderes económicos y mediáticos, también decidieron salir para definirse impúdicamente por la opción de ultraderecha del economista “libertario”, y de una cavernícola, reivindicadora de la dictadura de Videla y Massera.
Se aprecia un deslizamiento hacia posturas restauradoras con sus típicos irracionalismos, presentadas como la nueva civilización, que emergerá después del caos y la destrucción de todo lo instituido.
A mucha gente, este inesperado y oscuro proyecto, le resulta inconcebible. Sin embargo, allí está. Diría Mateo 13:19: “el que quiera oír, que oiga... Y al que tiene, se le dará más y tendrá en abundancia, al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará.” Es notable la vigencia del pasaje bíblico. El viejo Mateo, hace dos mil años, ya advertía sobre mercaderes, quienes en su afán de acumular riquezas, no trepidaban en avasallar al prójimo. Ahora ya modernizados, incorporaron el odio clasista, contra las minorías y el feminismo, y a los que denuncian y luchan ante el desastre ecológico originado por las grandes corporaciones que envenenan al planeta. Su rasgo odiador incluye al Papa Francisco, al que llama “el imbécil ese que está en Roma”, agrediendo a cientos de millones de personas que tienen una legítima creencia religiosa.
Pero seamos objetivos, su perorata valora positivamente a “los argentinos de bien”, aunque no se aclara quiénes son. Resulta inevitable inferir que en esa elite no entran docentes, profesores, médicos, científicos, obreros, cooperativistas, pymes ni beneficiarios de AUH.
Claro que las reservas democráticas de nuestro pueblo son vastas y profundas, fruto de una historia y cultura nacional, cuyas raíces se nutren de luchas por la verdadera libertad desde los inicios de la Patria.
Cada vez son más los posicionamientos de fuerzas políticas de todo tipo, que se manifiestan para decirle NO a Milei, convocando explícitamente a votar por Massa. La voz de la cultura potencia, ya que el pueblo ama a sus artistas: de Wos a Trueno, Fito Páez, Catriel, Dolores Fonzi, Lali Espósito, como todos los artistas que promovieron la multitudinaria “Caminata por la cultura” del sábado pasado, en plena Avenida Corrientes, llamando a ponerle freno a la avanzada reaccionaria. Bienvenidas sean. La historia marca que a la ultraderecha hay que derrotarla a tiempo, antes que sea tarde. Esta gran manifestación de la cultura, superadora de las identidades políticas o estéticas, se transformó en una bisagra. Miles de artistas, docentes de las Ciencias Sociales, se colocaron en un lugar de militancia política.
El macrimileismo confía con razón, en el enorme aporte de los dos principales factores de poder: el económico y los medios de comunicación monopólicos, ya mutados a medios de maceración ideológica.
Algunos reputados “dirigentes de empresa”, como Marcos Galperin, se jugaron abiertamente por Milei, privilegiando la continuidad de sus negocios.
Otros se definen por un silencio vergonzante, aunque desconfían de la inestabilidad emocional de Milei y de sus proclamas económicas catastrofistas, pero siempre reclaman por sus intereses corporativos, pero si la democracia y los derechos generales de la sociedad peligran, optan por callar. La UIA es un claro ejemplo: demuestra con su mutismo que no es ni Unión, ni Industrial, ni Argentina. Son concientes que Milei y Macri llevarán a la desunión, a la desindustrialización y al cierre de pymes, y que no expresa ningún proyecto en defensa o desarrollo de la Argentina. En suma, gran parte de la ciudadanía valora la conformación de una coalición amplia y diversa, que no se resigna ni subordina a la maniobra de aupar en el gobierno a un aventurero. La formula Massa-Rossi expresa a esa Unión por la Patria con plena legitimidad y perspectiva para gobernar nuestro país.
Esperamos que la ciudadanía se vuelque masivamente a ejercer su derecho al voto, lo cual nos alienta y convoca a militar. Restan pocos días. Una vez más, el reto es convencer fraternalmente.