Chicos por policías

27/04/2009

Si hay algo que no se puede concebir es dejar de lado a los chicos, interrumpir su niñez y truncar su crecimiento dentro de una sociedad que los contenga y no los excluya.
Proyectos de este tipo ayudan significativamente al intercambio cultural entre los chicos de la ciudad y del interior, a contener a aquellos que carecen de posibilidades de acceso a redes sociales, un verdadero programa de asistencia, cultura y recreación.
 

Costó mucho lograr que este lugar funcionara, que se reacondicionaran sus instalaciones después de muchos avatares que tenían que ver con las clases populares.
Un lugar que supo recibir delegaciones de chicos provincianos de sectores humildes, ansiosos de conocer la ciudad de Buenos Aires. Era uno de los nueve programas de asistencia, cultura y recreación implementados en el predio por la Dirección de la Niñez y Adolescencia de la ciudad. Un intercambio socialmente rico: chicos que eran luego visitados en sus pueblos y ciudades por chicos porteños, tan modestos como ellos, tan necesitados de conocer el país.
En esa zona de la costanera norte, cerca del emblemático Parque de la Memoria, donde se recuerda a aquellos que lucharon por causas como ésta, funciona el sitio que recibe a familias enteras con necesidades básicas insatisfechas, los más pobres entre los pobres.
Por año llegaron a pasar por Puerto Pibes 30 mil chicos. En 2008 la cifra se redujo a 3 mil, dentro de un plan de vaciamiento minucioso e implacable que comenzó un año y medio atrás. De las 120 camas que había, sólo quedan hoy 30.
Puerto Pibes cedió hace tiempo un sector para el funcionamiento de una escuela primaria y un jardín de infantes. Una convivencia solidaria y afín al proyecto originario.
Pero todo cambió. Primero fueron rumores. Después, sordos ruidos. Hasta que llegaron las botas. Era el comisario Ferrón, la policía de la ciudad. Uniforme azul, arma de fuego a un lado de la cintura. Anunció que en el lugar comenzaría a funcionar un Centro de Coordinación de la futura policía metropolitana.  
La novedad explica claramente cuáles son las prioridades de la gestión Macri. ¿Prevención y promoción social? No. Aquí lo que importa es la “seguridad”. ¿Qué quién da seguridad a los pibes? No existen las políticas públicas de asistencia a familias carecientes. No hay plata para eso. Esto ahonda la brecha social, pero ¿a quién le importa eso? Lo que importa es la mano dura contra la inseguridad, no la contención social para prevenir los delitos del futuro.
Mientras, los aspirantes a uniformados rinden exámenes y pruebas en el Parque Chacabuco, debajo de la autopista, por los senderos van y vienen los automóviles de sus examinadores y futuros jefes. Los chicos que juegan por ahí, los novios que caminan abrazados, los jubilados que miran florecer los palos borrachos, abren bien los ojos, porque el parque, a partir de la gestión Macri, dejó de ser un lugar agradable.
Mientras tanto los patovicas de la UCEP (Unidad para el Control del Espacio Público) hacen mérito: corren a golpes a los indigentes que viven en las pocas plazas que quedan sin rejas, hasta les queman el colchón; golpean a los cartoneros que hacen un alto bajo una autopista para descansar después de 12 horas de trabajo, los amenazan de muerte; confiscan la mercadería de vendedores de artesanías. Desalojan a okupas con extrema brutalidad.

Desaparecen Puerto Pibes. Eso no podemos permitirlo.

Nota de opinión
Pablo Spinella
Comisión DDHH Partido Solidario