Desafíos de la economía que viene

13/11/2013

Revista Veintitrés

Consejos para enfrentar la inflación, las restricciones cambiarias, la caída de reservas y el déficit energético. Claudio Lozano, Martín Burgos, Carlos Heller y Rogelio Frigerio dan sus recetas.

En los últimos años, temas como la inflación, las restricciones cambiarias, la caída de reservas y el déficit energético se convirtieron en condicionantes que el Gobierno necesita resolver para garantizar la sustentabilidad del modelo productivo inaugurado hace una década. Veintitrés convocó a cuatro economistas de diferentes orígenes para que planteen su visión para superar la coyuntura: Claudio Lozano (diputado nacional de Unión Popular), Martín Burgos (investigador de Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina Cefid-Ar) y miembro de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche), Carlos Heller (diputado nacional de Nuevo Encuentro) y Rogelio Frigerio (legislador porteño del Pro y próximo presidente del Banco Ciudad).

1) ¿Qué políticas se pueden llevar adelante para disminuir los actuales índices de inflación?

Claudio Lozano: –En un país donde tres de cada diez hogares son pobres, la inflación nunca puede ser un problema de demanda. Es, centralmente, una cuestión de oferta insuficiente de bienes y servicios por falta de inversión. En nuestra economía, pocas empresas, en su mayoría extranjeras, tienen el poder de mercado de los principales productos que la Argentina desarrolla. Es esta estructura empresarial la que muestra una falta de inversión productiva que se paga con aumentos de precios, que son asumidos por el conjunto de la sociedad, tanto los trabajadores como incluso los segmentos más débiles de los empresarios. Desde este punto de vista, resolver el problema inflacionario requiere regular el comportamiento de las empresas más concentradas, y el mejor modo de hacerlo es por la vía de Mesas de Concertación por Cadena de Valor, que junten en un mismo ámbito a los responsables de las series de transacciones que recorre un producto hasta llegar a la góndola.

Martín Burgos: –Lo que hay que evitar es que la inflación desacelere la economía impactando en la demanda de los sectores populares. Los cuentapropistas no se ven afectados por la inflación, dado que ajustan sus márgenes. En los asalariados conveniados, se dio un proceso de aumento de salarios nominales a través de los convenios colectivos de trabajo. Para los asalariados en negro, lo importante fue el aumento del salario mínimo vital y móvil, que les sirve de pauta para aceptar o rechazar un empleo. En cuanto a la inflación en sí, se la puede frenar mediante acuerdos sociales amplios. La otra alternativa es la que se propone desde sectores con poca sensibilidad social, que es la de aumentar el desempleo. Sin embargo, esta opción sólo incrementaría la conflictividad social en un contexto de recuperación de la fuerza sindical, por lo que seguramente terminaría agudizando la inflación por un proceso de puja distributiva.

Carlos Heller: –A corto plazo se requiere avanzar en una concertación entre el Gobierno, los empresarios y los sindicatos para reducir los niveles actuales de inflación. Paralelamente, hay que estudiar los costos de las grandes empresas formadoras de precios, para analizar que su política de ganancias no esté generando impulsos inflacionarios, y analizar también la formación de precios a lo largo de toda la cadena de producción y comercialización de los bienes de la canasta popular de consumo. El sistema impositivo debe jugar un papel importante, con una modificación de la ley de ganancias que, partiendo de una ganancia porcentual razonable, aplique muy altas alícuotas a las ganancias extraordinarias.

Rogelio Frigerio: –Más allá de discutir sobre las actuales causas de la inflación en la Argentina, cabe destacar el hecho de que el gobierno nacional ignora el problema y, en cierta forma, se aprovecha del aumento de precios como una fuente adicional de recaudación, vía impuesto inflacionario. Una solución de base al problema requeriría coordinar la política macroeconómica, las expectativas del público, la política de ingresos y gastos. El esquema que se utiliza en el mundo para estos casos se denomina “metas de inflación”. En concreto, se deben aplicar políticas fiscales, monetarias y cambiarias coherentes y en paralelo el público debe enterarse y creer en la intención del Gobierno de bajar la inflación; forjándose pautas salariales acordes a las metas de inflación que fije el Gobierno.

2) A dos años de la implementación de las restricciones cambiarias, ¿ve necesario salir de ese esquema?

Claudio Lozano: –Lo que hace falta es recuperar seriamente el control sobre el comercio exterior de manera de evitar que se consume el proceso devaluatorio en curso, y al mismo tiempo encarar los cambios coyunturales y estructurales que hacen falta para resolver las tendencias devaluatorias. Se requiere recuperar el control sobre la oferta de divisas, minimizar los pagos externos (entre ellos los vinculados con la deuda pública que insumen no menos que U$S 10.000 millones al año), frenar la inflación, abrir nuevas opciones de inversión vinculadas al desarrollo de la infraestructura local (redes de transportes, etc.), sustituir en serio las importaciones y generar un piso de ingresos para una Argentina que tiene cerca de un tercio de su población en situación de pobreza. En ese marco, se podría pensar un perfeccionamiento de las restricciones cambiarias por vía de la instrumentación de tipos de cambios diferenciales de acuerdo a la productividad del sector.

Martín Burgos: –No creo que sea necesario salir de las restricciones cambiarias; no sé, incluso, si es deseable. Este gobierno, más allá de unos resultados que pueden discutirse, eligió el camino de la sustitución de importaciones para lograr sortear el problema de divisas típico de un país dependiente como el nuestro, problema que aqueja a la mayoría de los países del mundo. ¡Y no existe proceso de sustitución de importaciones que se haya hecho sin restricciones a las importaciones! Por lo que este proceso requiere adaptar las conductas empresarias y de los consumidores a la estrategia del país.

Carlos Heller: –Resulta eficiente mantener continuamente un sistema de administración de las divisas, que debe ser adecuado a la situación de cada momento. El mismo también debe tender a desincentivar progresivamente los deseos de ahorrar en dólares, ideando instrumentos que fomenten el ahorro en pesos. En esta temática se requiere que la sintonía fina funcione lo más aceitadamente posible, evitando importaciones innecesarias pero permitiendo aquellas indispensables para la continuidad de la producción. Habría que recrear las Juntas Reguladoras de Carnes y de Granos con participación del Gobierno, los trabajadores, los productores y los consumidores.

Rogelio Frigerio: –La evidencia empírica mostró que el cepo por sí solo no es capaz de cortar la pérdida de reservas. Por el contrario, al igual que lo que ocurre con la inflación, se requiere de una estrategia más general que incluya a la política macroeconómica, como la principal herramienta. Es necesario usar políticas monetarias, fiscales y cambiarias para bajar el aumento de precios y “controlar” las expectativas de devaluación y de inflación. Paralelamente, se deben incentivar los canales de ingreso de capitales a nuestro país. Para promover la inversión externa directa es necesario brindar un marco de seguridad jurídica y estabilidad económica a los inversionistas.

3) ¿Considera preocupante que durante este año el Banco Central haya perdido 10.000 millones de dólares de reservas? ¿Se corre peligro de que el próximo año se repita una caída similar?

Claudio Lozano: –Claramente es preocupante que se hayan perdido más de 10.000 millones de reservas en lo que va del año, ya que alimenta las expectativas devaluatorias en curso. En tanto, la situación en términos de política económica sigue igual y considerando que los próximos dos años suponen vencimientos de deuda pública por unos 18.000 millones de dólares, la situación en materia de reservas implica un alerta para el futuro de la economía argentina.

Martín Burgos: –La caída de las reservas es un problema mucho más importante aún que el de la inflación. Por eso el Gobierno tomó al respecto medidas mucho más draconianas: porque sabe que la caída de reservas puede comprometer su proyecto político en lo económico. Se puede vivir con inflación si se logra sostener un proceso de distribución de ingreso (como se ha hecho), ¡pero no se puede vivir sin reservas! El 2014 no es tan preocupante dado que no hay vencimientos de deuda importantes, por lo que se debe lograr recuperar reservas liquidando las exportaciones de soja que se están reteniendo en los silos.

Carlos Heller: –Las reservas internacionales están para ser utilizadas, hay que descartar la vieja idea de la convertibilidad. Se defenderá el valor de la moneda en la medida en que crezca el PBI, el consumo popular, la inversión bruta fija y mejore la distribución del ingreso. Pienso que el próximo año se irán adecuando las operaciones a las normativas cambiarias, y que los equilibrios del sector externo serán conservados.

Rogelio Frigerio: –Hoy en día, el síntoma de la enfermedad argentina son los 10 mil millones de dólares que perdió el BCRA a pesar de las medidas proteccionistas. En este contexto, las exportaciones que dependen principalmente del complejo sojero y de la industria exportadora cuyo principal producto son autos hacia la economía brasileña, son el amortiguador con que cuenta nuestro sector externo. El año que viene difícilmente estas partidas muestren incrementos mayores a los de este año. El Gobierno se enfrenta con una restricción externa creciente. Y se ve obligado a elegir entre cuidar los dólares a costa de moderar el crecimiento; o contrariamente, sacrificar la pérdida de reservas e intentar apuntalar el nivel de actividad.

4) ¿Cómo se puede revertir la caída de divisas que se genera fundamentalmente por el déficit energético y turístico?

Claudio Lozano: –En materia de déficit energético se requiere una regulación a fondo sobre el conjunto de firmas que operan en el sector. No alcanza sólo con estatizar YPF. Se impone una revisión de la estructura de costos de cada firma para verificar que el costo de producción del barril (U$S 12) se encuentra muy por debajo de su precio interno (U$S 70) permitiendo una ganancia extraordinaria apropiada por las grandes firmas. Capturar esta renta por parte del Estado supone menores subsidios a la energía y al transporte sin aumentar la tarifa. Esta mejora del cuadro fiscal permite financiar en pesos, y a un tipo de cambio como el vigente a nivel local, las importaciones de energía que demanda nuestro país, al tiempo que permite abrir líneas de financiamiento para la exploración de nuevas opciones energéticas.

Martín Burgos: –Es reducido el margen de maniobra dado que es un proceso de ciclo largo, estructural. Sin embargo, hoy es poco lo que se puede criticar de las medidas que se tomaron desde la nacionalización de YPF. Si hasta los “mercados financieros” dan señales positivas al respecto: ¡sólo falta ver la cotización de la acción, que subió de 60 pesos a 220 en un año! La crítica más aceptable es la del “demasiado tarde”, pero tampoco toca en lo fundamental del proceso. Quedan pocas dudas de que el déficit energético se va a solucionar, pero tal vez tendremos que esperar algunos años.

Carlos Heller: –El déficit energético se genera en gran medida por el aumento de la actividad económica de la última década. Si bien se han tomado importantes medidas, entre ellas la reestatización de YPF, la resolución del déficit energético llevará tiempo. Un incremento de tarifas segmentado para los usuarios de altos ingresos resulta conveniente, aunque difícilmente opere sobre el déficit global. También hay déficits comerciales en los rubros turismo, automotriz, autopartes y artículos electrónicos de consumo. Debe trabajarse sobre todos estos sectores para ir reduciendo los déficits actuales sin perjudicar la producción nacional.

Rogelio Frigerio: –Las exportaciones de soja y autos han motorizado a todo el sector comercial externo y han financiado el déficit de la industria y del sector energético. Sin embargo, nuestro país estaría enfrentando un contexto de pérdida estructural de reservas en el que estos rubros ya no alcanzan para revertir el drenaje de capitales. Para revertir la caída se debe hacer una política macroeconómica que integre herramientas fiscales, monetarias y cambiarias, con un sesgo antiinflacionario. A la vez, se deberían estimular los canales de ingreso de dólares, como la inversión externa directa, las ventas externas provenientes de nuestras economías regionales, las exportaciones energéticas y el turismo receptivo, entre otras áreas.

Nota publicada por Pablo Galand en Revista Veintitrés el 13/11/2013