Desafíos del Bicentenario

18/12/2009

Por Carlos Heller

Estamos próximos a entrar al año 2010, en que se cumplen los doscientos años de nuestro despertar como Nación. Pero aquella apuesta, transitoriamente derrotada, era la de la Patria Grande.
La división pudo entonces socavar la posibilidad de una América Nuestra donde un proyecto colectivo ofreciera dignidad, justicia, igualdad, participación para el presente, para el futuro, y para todos y todas.

El centenario en nuestro país fue una obscena exhibición de la oligarquía vacuna, que ya se había constituido sobre la base del primer genocidio nacional a manos de Julio Roca y expresado su talante autoritario y racista. Las manifestaciones obreras reprimidas por el Coronel Ramón Falcón el 1º de Mayo de 1909 fueron el luctuoso antecedente de esa particular celebración oligárquica y discriminatoria. Entonces, como hoy, el "campo" se autodefinía como la Patria; y los trabadores extranjeros, como verdaderos animales parlantes cuya rebeldía sería castigada con la deportación o con la muerte.

Este bicentenario, entonces, nos encuentra en un renovado momento histórico. Hoy, como nunca antes, los gobiernos de nuestra región se parecen a sus pueblos y con los matices - a menudo significativos- hay una voluntad de construir un presente y un futuro compartido. Asumimos una misma historia, un mismo enemigo, parecidos sueños, idénticas derrotas, y un presente que es de lucha y de esperanza.

Como siempre ocurre en el escenario social, ningún proyecto - sea del signo que fuere - avanza sin resistencias de quienes detentan intereses antagónicos.

En América Latina, luego de un impresionante avance de los pueblos, estamos en presencia de un reagrupamiento de las derechas que se asocian para evitar nuevas conquistas que desarmen la trágica herencia neoliberal-conservadora y permitan profundizar un modelo de democracia sustantiva.

A pesar de los duros discursos centrados en las formas - que no vamos a rehuir- lo que está en juego en estos años es mucho más que la distribución de las Presidencias de las Comisiones en la Cámara de Diputados.

La lucha se da inequívocamente entre fracciones restauradoras del orden neoliberal y las fuerzas que impulsan su superación y reemplazo por otro de signo emancipador e igualitario.

En este sentido opinamos que la decisión de los diputados denominados centroizquierda de aglutinarse con los representantes políticos de la nueva y vieja derecha constituye un error que no puede justificarse diciendo que hay en ambos bandos personajes de izquierda y de derecha. Sobre esta afirmación nos permitimos señalar que no hay "dos bandos" sino tres bloques.

El oficialismo, que con sus tensiones y contradicciones ha avanzado en decisiones que contribuyen a desarmar las herencias neoliberales; la nueva y vieja derecha política y social que aspira a la vuelta total al pasado; y quienes representamos, desde distintas vertientes, el pensamiento que expresa los ideales de igualdad, democracia, justicia, reconocimiento de lo diverso, participación real, etc.

No se trata sólo de declaraciones periodísticas o de pronunciamientos parlamentarios: el caso de la Ciudad de Buenos Aires es un botón de muestra de lo que nos promete la derecha vernácula.

El nombramiento del Ministro de Educación de Mauricio Macri debe leerse como parte de un proyecto orgánico. En efecto, revela la posición de una derecha autoritaria y recalcitrante que no sólo hace, sino que ostenta con orgullo la reivindicación del genocidio de los setenta, la demonización de la juventud, el clamor por el orden cuartelero y la justificación de un Estado ausente a la hora de garantizar derechos de ciudadanía.

Posse afronta desde una actitud desafiante, una línea política profundamente antidemocrática, y sería una equivocación suponer que expresa un mero error de cálculo del Jefe de Gobierno.

Si, por caso, releváramos la política educativa llevada adelante hasta ahora mismo podríamos enumerar el recorte de las becas escolares, las denuncias por presuntos negociados en materia de infraestructura (amén de la ostensible ineficacia para resolver los problemas edilicios), la persecución administrativa y judicial contra quienes resistieron la política de vaciar lo público, la reducción del presupuesto educativo y el incremento de las transferencias de partidas a establecimientos escolares privados, la quita de las jornadas de reflexión docente... y sigue la lista. Autoritarismo y privatización, vaciamiento de lo público y obturación de la participación de la comunidad han sido una constante de la gestión de Mauricio Macri. Y aunque Mariano Narodowski haya citado en los editoriales de la revista ministerial Plural a Foucault o a Paulo Freire, su política estuvo enteramente alineada con los afanes neoliberal conservadores de su Jefe de Gobierno.

Las diatribas de los representantes de la derecha contra países hermanos de América Latina preanuncian qué rumbos tomaría nuestra política exterior si ellos retoman el timón del barco. Son los mismos políticos que se arrodillan indignamente ante los diplomáticos de la gran potencia del norte, intentando legitimar la supuesta potestad imperial que añora con nostalgia la época de las relaciones carnales.

Son los mismos que no condenaron el golpe de Estado en Honduras, todo lo contrario lo justificaron y aplaudieron.

Asumimos que mientras la derecha social y política se reagrupa y pasa a la ofensiva, las expresiones del campo popular nos debemos la construcción de una herramienta política que sea la base organizativa de un camino que inició el gobierno en 2003 y que puede y debe profundizarse. Por ello rechazamos el veto a los artículos de la sancionada Ley de Reforma Política que tendrá como consecuencia el fortalecimiento del bipartidismo. Con el veto se obturará la conformación de nuevas organizaciones políticas y se reforzará la hegemonía de las fuerzas políticas tradicionales. Esta decisión del Poder Ejecutivo va en contra de las muchas veces proclamada necesidad de renovación política y configuración de un nuevo entramado de organizaciones populares, que junto a las mejores vertientes de las fuerzas políticas tradicionales le den sustento a los cambios iniciados en el 2003 y a la profundización de los mismos. Este camino emprendido con la voluntad de superar el trágico legado neoliberal sólo podrá profundizarse con la constitución de fuerzas sociales y políticas capaces de crear lo nuevo sin negar los valiosos aspectos positivos de las culturas políticas populares, transformadoras y democráticas que no se expresan en las viejas estructuras partidarias.

Aunque respetamos profundamente las identidades nacional populares, entendemos que las organizaciones partidarias que las representan - al menos "formalmente"- no constituyen palancas para defender los cambios realizados desde el 2003 y tampoco para implementar los cambios profundos que aún restan por realizar.

Así, pues, desde una identidad de izquierda amplia y plural es que avanzamos en una posición que combina la inflexibilidad en los principios, su coherencia en las formas y los métodos y una convocatoria que una lo diverso para confrontar con lo antagónico. Ese es el mayor desafío de la coyuntura.

Carlos Heller
Diputado Nacional
Nuevo Encuentro Popular y Solidario

(Revista Debate)