En el camino de la mejoría

04/04/2021
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Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

No estamos bien pero estamos mejorando. No estamos en el paraíso pero estamos saliendo del infierno. Los indicadores muestran una transición positiva: en un escenario donde los datos siguen siendo críticos hay tendencias que marcan una mejora gradual. El desempleo, por ejemplo, creció medido anualmente, pero disminuyó en el último cuatrimestre. Se proyectaba una caída del PBI de más del 12 por ciento y terminó siendo del 9,9 por ciento. Varios medios y analistas anticipaban una disparada del dólar que no se produjo. Además, se espera que en el segundo trimestre se consolide una desaceleración de las expectativas inflacionarias que tiendan a una confluencia con las proyecciones establecidas en el Presupuesto 2021.

También esta semana se conocieron los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC) sobre pobreza e indigencia: la primera alcanzó el 42 por ciento en 2020 y la segunda un 10,5 por ciento. Por supuesto: ambas cifras son inaceptables. Pero no hay otro modo de combatirlas que a través de un modelo que priorice la distribución de los ingresos y de la riqueza. Y en eso estamos. El Aporte Solidario y Extraordinario de las grandes fortunas forma parte de una serie de iniciativas distributivas con las que es necesario avanzar. Ya tiene media sanción en el Parlamento la modificación del Impuesto a las Ganancias a las personas humanas y comenzaremos la discusión del Impuesto a las Sociedades, con los que continuaremos acentuando la progresividad impositiva.

Esta agenda tributaria no es sólo local. El Presidente de los EEUU acaba de anunciar el “Plan de Empleo Americano” por una cifra que asciende a los 2,2 billones de dólares. Biden afirmó: “No tengo nada en contra de los millonarios y multimillonarios, creo en América y en el capitalismo americano. Pero este es el asunto: actualmente una pareja de clase media paga 22 centavos en impuesto federal sobre la renta por cada dólar adicional que gana. Pero una corporación multinacional, que construye una fábrica en el extranjero, no paga nada en absoluto. Vamos a subir el impuesto corporativo”. Según algunos medios, Biden se propone dar marcha atrás con beneficios fiscales concedidos por Donald Trump a las compañías e incluso buscaría subir la tasa de algunos gravámenes como el impuesto sobre la renta: Trump lo había bajado desde el 35 por ciento al 21 por ciento y ahora sería aumentado al 28 por ciento.

En la misma perspectiva, en su informe del Monitor Fiscal de abril de 2021, el FMI convoca a “reunir los ingresos necesarios. Las economías avanzadas pueden incrementar la progresividad de la tributación del ingreso y aumentar el recurso a impuestos sobre sucesiones/donaciones y la tributación inmobiliaria. También pueden considerarse contribuciones para la recuperación de la COVID-19 e impuestos sobre beneficios empresariales «excesivos». Pueden plantearse también impuestos sobre el patrimonio si las medidas anteriores no son suficientes. Las economías de mercados emergentes y en desarrollo deben centrarse en fortalecer la capacidad tributaria para financiar más gasto social”. El informe agrega: “Las respuestas de política económica deben reconocer los distintos aspectos de la desigualdad (ingreso, riqueza, oportunidades) que se refuerzan mutuamente y crean un círculo vicioso”.

Hay mucho para avanzar en este plano en nuestro país. En otro informe sobre Latinoamérica y el Caribe, el Banco Mundial, tomando como ejemplo a la Argentina, afirma que el PIB decreció en 56 mil millones de dólares en 2020 (según sus cálculos), al tiempo que las tres mayores empresas de tecnología —Mercado Libre, Globant y Despegar— incrementaron su patrimonio en un monto mayor: 66 mil millones de dólares. El informe agrega que “estas ganancias y pérdidas fueron distribuidas de manera profundamente desigual entre la población, en donde la mayor parte de las ganancias se mantuvieron por fuera del sistema tributario local”.

En esta situación de claroscuros se lleva a cabo la negociación con el FMI. Por un lado hay avances como el reconocimiento, por parte del organismo de crédito, de que la inflación es un fenómeno multicausal. Hasta ahora era considerada por ellos sólo como un problema fiscal y monetario: con el concepto de multicausalidad están incluyendo las ideas de la puja distributiva, de la formación de los precios, de las cadenas de valor, y de todas las cuestiones que nosotros venimos planteando de manera insistente como explicación del tema. En la misma línea, cuando el FMI dice que la solución debe partir del desarrollo de planes de crecimiento con inclusión, está utilizando términos que antes no utilizaba. Por supuesto, no todos son acuerdos. La Argentina les está diciendo: miren, nosotros no queremos firmar un acuerdo que después no podamos cumplir o que nos ponga condicionalidades que no queremos tener, porque van en contra del modelo de país que estamos llevando adelante.

Mientras tanto, el Fondo decidió la extensión de los derechos especiales de giro. Esta es la facultad que tiene de emitir en su propia moneda reservas para los países miembros. Según el estatuto del organismo internacional, cada país recibe estos derechos especiales en proporción a cómo es su participación en el capital de dicho organismo. A la Argentina le tocarían alrededor de 4.200 millones de dólares, monto que supera lo que tiene que pagar este año al FMI. Ello significa que el gobierno está negociando con menos urgencia porque no tendría la presión, sobre sus reservas, de vencimientos para los que no tiene fondos.

Según versiones periodísticas, la negociación en curso contempla el año 2026 como fecha de comienzo de pago, por lo que en los próximos cinco años no habría desembolsos al FMI. Pero, además, luego de ese periodo, esos vencimientos podrían ser renegociados. Las mismas versiones afirman que el programa que se acordaría con el Fondo no implicaría ajustes fiscales recesivos y que éste aceptaría los programas económicos elaborados por nuestro gobierno.

Este escenario es muy similar a lo que está planteando la Argentina: luego de un periodo de gracia, realizar desembolsos del orden de los 2.000 millones de dólares anuales, para ir amortizando esa deuda, impagable en las condiciones que ha sido contraída.

La rueda giraba para atrás y la paramos. Ahora estamos trabajando para que gire para adelante. Siempre se podrán discutir las velocidades. Pero lo que no se puede discutir es el rumbo. Reconstrucción argentina significa consolidar un país que crece con la gente adentro.

Nota publicada en Página/12 el 04/04/2021