Por Carlos Heller
Hoy finaliza mi mandato como diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Desde 2009 hasta la actualidad pasaron 16 años: durante 14 representé a la ciudadanía porteña en el Parlamento.
Atravesamos momentos malos y buenos.
Pero predominaron los buenos.
Desde 2009 hasta 2015 tuve la alegría de acompañar desde el Parlamento el modelo transformador de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En ese periodo se sancionaron grandes leyes que mejoraron la vida de millones de argentinos y argentinas.
Para mencionar sólo algunas: la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual; la Asignación Universal por Hijo (AUH); la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario; la Ley de expropiación del 51% de las acciones de la petrolera YPF, que pasó a control estatal.
Me llevo conmigo y para siempre las imágenes felices de esos grandes días de festejos y de satisfacción por el deber cumplido.
En esos momentos, sentí, junto a millones de argentinos y argentinas, que la historia nos daba revancha: que la enorme energía puesta durante tantos años en la militancia daba resultados. No había sido tiempo perdido.
De repente, estaba ante nosotros y nosotras el perfil de un nuevo país. Faltaba mucho, pero era mucho lo que se estaba logrando.
Pero vino el 2015 y el retroceso liberal del macrismo. Ante ello no nos quedamos quietos: transformamos al Parlamento en un espacio de resistencia y de creación de alternativas. Nos fortalecimos y volvimos.
Sin embargo, no fue fácil. Volvimos en un mundo de pandemia, sequías y guerra.
Durante ese periodo aprobamos muchas leyes que beneficiaron a la mayoría de los argentinos y las argentinas, pero hubo una emblemática: aquella que impulsamos un grupo de legisladores y legisladoras en 2020, la Ley 27.605 de Aporte Solidario y Extraordinario. Un pago único y extraordinario con el objetivo de morigerar los efectos de la pandemia de COVID-19, aplicable a patrimonios superiores a 200 millones de pesos de aquella época. Los fondos recaudados fueron destinados a equipamiento e insumos médicos; ayuda para las PyMEs; becas Progresar; urbanización e integración socio-urbana en barrios populares; exploración y producción de gas natural, hoy convertida en una de las principales fuentes de divisas del país; además de programas de apoyo a sectores vulnerables como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la Tarjeta Alimentar.
Cuando parecía que nada peor podía venir, llegó el gobierno libertario. Tampoco nos quedamos quietos. El Parlamento volvió a transformarse en el lugar de resistencia a un modelo de país que necesita del ajuste permanente y de impulso al otro modelo que promueve una mejor distribución del ingreso, protección de la producción nacional, defensa de la soberanía y más derechos para la mayoría de la población.
Sería muy extenso enumerar todo lo que hicimos.
Hubo muchos destellos y momentos de gran épica.
Todo eso y mucho más me llevo en el corazón.
He sido feliz haciendo lo que me tocó hacer.
Lo hice con convicción, con energía, con absoluta determinación.
Por supuesto: hoy no termina nada. Hoy vuelve a comenzar todo.
Seguiré militando como lo hago desde hace más de 70 años.
Tengo muchas invitaciones a dictar conferencias en el país y en el exterior.
Me esperan cientos de reuniones con jóvenes.
Debo atender los pedidos de charlas con compañeros y compañeras del Partido Solidario al que quiero ayudar a crecer.
También las solicitudes de intercambios con militantes de otras organizaciones del campo nacional, popular y democrático.
Hoy me toca despedirme.
Pero sólo hasta mañana.
Mañana seguiremos con lo que no abandonaremos nunca: la pasión por transformar la Argentina.