La economía no se menciona

15/07/2019
Ministerio de Economia

Ambito Financiero | Opinión

Por Carlos Heller

El Gobierno llega a las elecciones esperando que la economía al menos “no juegue en contra”, y así tener alguna probabilidad de aspirar a un segundo mandato. Ayudado por los medios hegemónicos, la idea apunta a generar en la previa un clima de supuesta estabilización de las principales variables financieras, que disimule los padecimientos cotidianos que sufre la población. No hay intenciones oficiales ni plan para revertir el modelo, sólo intentar ocultar sus impactos negativos.

Lejos quedó la retórica inicial de la “pobreza cero”, la “lluvia de inversiones” y los supuestos brotes verdes de 2017, que luego de la devaluación de 2018 se terminaron transformando en el pedido de otros “cuatro años”, según afirmó en su momento Nicolás Dujovne (2/10/2018).

En el corto plazo toda la estrategia pasa por tratar de estabilizar el valor del dólar, impulsor de los movimientos de precios domésticos. Aparte de la política de astringencia monetaria, la autorización extraordinaria del FMI (no avalada por el Convenio Constitutivo) para utilizar, de ser necesario, parte de sus desembolsos para financiar la fuga de capitales colaboró en esta cruzada por influir en las expectativas.

Según la economista Marina Dal Poggetto (El Cronista, 11/07/19), “atrasar el dólar es la única medida que permite en simultáneo impulsar el consumo y moderar la inflación (…)” aunque considera que “dista de ser un esquema consistente a mediano plazo”. Una estrategia por demás peligrosa.

Por fuera de la mirada de corto plazo no hay indicador de consumo que muestre mejoría en estos cuatro años. Más allá de los recientes “anabólicos” oficiales, lo cierto es que las próximas elecciones encontrarán a las familias con un presupuesto y un nivel de gastos reales que se habrán achicado considerablemente respecto de los de 2015, producto principalmente de la devaluación de 2018.

En particular, en un gráfico que se incluye en un documento del Ministerio de Producción y Trabajo se muestra que la caída del consumo masivo (orientado a los bienes de mayor necesidad, y por lo tanto, más difíciles de prescindir) afecta a toda la población. Comparando los cinco primeros meses del año con los mismos de 2018 la reducción fue del 8%. Pero más afectó a los estratos bajo inferior (-13%), bajo superior (-7%) y a la clase media típica (-9%). Aunque también cayó el consumo masivo de las clases altas y media alta (-6%), a pesar de ser segmentos que en teoría tienen más capacidad de gasto.

Un dato a tener en cuenta: mientras que el consumo de alimentos secos se redujo un 4%, el de lácteos se contrajo un 12%, un claro indicador de deterioro alimenticio al que, entre otras cuestiones, lleva este modelo. Jugando con la frase de Javier González Fraga: ¿acaso se creyeron que también podían comprar lácteos?

Naturalmente, los bienes no masivos fueron los que más cayeron. En este caso se destacan la baja interanual de las escrituras de CABA y Provincia de Buenos Aires (-51% y -47%, respectivamente), el patentamiento de autos y motos (-51% y -50%) y los electrodomésticos (-33%), entre otros.

Todo esto es consecuencia de la fuerte reducción de los ingresos que vienen sufriendo los hogares y que se agudizó durante el último año. Son temas de los que el Gobierno no habla.

A futuro, la estrategia de dólar planchado y la postergación de los aumentos de tarifas para después de las elecciones no permiten dudar de que, si Macri y/o el modelo que él encarna continúan, habrá nuevos impactos negativos sobre el salario real y el consumo a partir del año próximo. Es más, el mandatario ya avisó que, de ganar, desde el primer día irá por las reformas pendientes, que son las que piden el FMI y los mercados. Es una manera de consagrar formalmente un ajuste que vino administrando mayormente de facto y de buscar la manera de que sea muy difícil volver atrás.

Por eso el voto de la ciudadanía es el único que puede impedir que la desintegración del tejido social y productivo de estos cuatro años siga avanzando. Como suelo decir, “el único límite al ajuste es la resistencia de los ajustados”, que son cada vez más.

Nota publicada en Ámbito Financiero el 15/07/2019