La errónea conceptualización del viento de cola

29/02/2012

Artículo publicado por: Carlos Heller
Esta nota fue publicada en la Revista Debate el día 17.02.2012

Una de las cuestiones que se ha instalado últimamente es que el modelo creció exclusivamente gracias al viento de cola, es decir, a los buenos precios de las materias primas.

Nada más erróneo que esa apreciación, que cada vez cuesta más sostener por las evidentes políticas de fomento que ha tomado este Gobierno. Si hasta Joseph Stiglitz comentó explícitamente que el país creció no sólo por las condiciones externas sino, principalmente, por las políticas que se aplicaron en nuestra economía, y está recomendando que se apliquen en Europa.

Para mencionar algunas, la reestatización del sistema previsional, la implementación de las retenciones a los hidrocarburos y a los granos y oleaginosas, que captan renta extraordinaria derivada de ese viento de cola, y todas las medidas anticíclicas tomadas en el 2008/2009. También están los planes estratégicos 2020, tanto industrial como agrícola, los créditos del Bicentenario y la política de desendeudamiento externo. Sin duda, no es viento de cola, éste ayuda, pero la economía tiene unas buenas turbinas que la impulsan.

Otra de las críticas asiduas que ya no se sustentan es la desconexión del mundo que sufre nuestro país. Habría que decir que lo que tienen en mente los economistas ortodoxos cuando realizan este reproche es la escasa conexión con los mercados financieros, léase especulativos, la cual ha sido muy benéfica en estos tiempos de turbulencias financieras internacionales. Para ellos, esto configura un aislamiento del país en el concierto internacional, nada más alejado de la realidad. Como ejemplo puede citarse la participación destacada de nuestro país en las reuniones del G-20 que, entre otras cuestiones no menores, logró que este grupo que debate sobre los destinos del mundo coloque en su agenda el tema del trabajo como prioritario.

La tesis del aislamiento se derrumba estrepitosamente cuando se analizan las políticas activas llevadas a cabo por nuestro país en el ámbito de la integración regional, la participación de la Unasur, del Banco del Sur y más recientemente de la Celac.

Para terminar, la evaluación de las políticas económicas aplicadas por un gobierno tiene una visión eminentemente ideológica, pues es ésta la que impacta en las doctrinas con las cuales se analizan los hechos. La economía es una ciencia social y está atravesada por las disputas por el excedente económico entre los distintos sectores y clases. De allí que la evaluación de una política económica dependa en gran medida del lugar en estas disputas en el cual se ubica el analista.