LA INFLACIÓN por Carlos Heller

16/10/2012

La inflación es uno de los temas que los gurúes de la City y los economistas del establishment agitan en el debate político-económico.

Sostienen que la inflación es el peor flagelo de la economía argentina. Pero además, pretenden llevarla a niveles extremadamente bajos aún a costa del impacto negativo que esto implicaría sobre el crecimiento y el desarrollo con equidad.

Sobre el tema, los economistas de la Universidad de Buenos Aires que forman el Plan Fénix elaboraron un documento que ve las cosas desde otro punto de vista. Sostienen que el ritmo actual del crecimiento de los precios no puede catalogarse de espiralización de la inflación. Aunque aclaran que la inflación no es el único gran problema a vencer, sostienen que resulta indispensable encarar un programa de mediano plazo para neutralizarla.

El documento del Plan Fénix cataloga a la inflación argentina como estructural. Y distingue entre los problemas centrales el incremento de los precios relativos de alimentos, energía y otros insumos en el mercado mundial que impactan sobre el nivel de precios interno; las deficiencias en la tasa de formación del capital, así como en su asignación; y las serias inequidades persistentes en el sistema tributario.

Acotan también que los cambios positivos en la distribución del ingreso no son inflacionarios en si mismos, pero que la puja distributiva tiende a provocar el incremento de los precios, sobre todo cuando los empresarios, y en particular los formadores de precios, reajustan sus márgenes de ganancias. En este sentido, además, el documento del Plan Fénix recuerda el elevado nivel de concentración de la economía que existe hoy en la Argentina, donde las ventas de las primeras mil empresas explican más del 70 por ciento del PBI.

En suma, los economistas del Plan Fénix de la UBA sostienen que si bien la inflación es administrable alcanza índices superiores a los deseables. Señalan además que la inflación no es el enemigo declarado del crecimiento económico con equidad, como si lo es, por ejemplo, la desocupación. Y además, destacan que una política antiinflacionaria deberá tener en cuenta la complejidad del asunto y ser ubicada en el justo lugar cuidando no se afecte el crecimiento de la economía, la generación de puestos de trabajo y la busqueda de una distribución mas equitativa de la riqueza, puntos que —está demostrado— a los economistas neoliberales poco les importan.