“Locuras”, escenario global e integración regional

11/06/2011

11/06/2011 Revista Debate - Nota

POR CARLOS HELLER

Mientras en Europa se debate sobre cómo contener el derrumbe ante la crisis, América Latina es una de las regiones mejor posicionadas.

Los informes que WikiLeaks publicó decían que el Departamento de Estado estaba “preocupado” por la salud mental de la presidenta argentina. Creo que eso no debe preocuparnos a los latinoamericanos; es más, pienso que es buena la metáfora de que uno de los rasgos comunes que tienen los procesos de nuestra región es que están dirigidos por una especie de “locos”.

¿Cuánto hace que para nosotros era impensable imaginar escenarios de organismos regionales que no respondieran formal y totalmente a los dictados de Estados Unidos? ¿Quién podía imaginar que en la región se pudieran constituir formas de organización plurinacional como es la Unasur sin Estados Unidos? Fue en Mar del Plata, allá por 2005, cuando se plantó uno de los hitos fundamentales de este proceso de construcción de un espacio plural pero autónomo: el NO al ALCA, un acto, además, de enorme valentía institucional.

Y fueron estos “locos” los que lo hicieron, los que se animaron a desafiar al “cuerdo” que creía que era realmente imposible y que miraba sorprendido, azorado, lo que estaba pasando y que no podía imaginar.

Se preguntaba: “¿Qué les pasa a esos audaces para animarse a desafiarnos de ese modo?”.

Años más tarde, estos “locos” han fortalecido el comercio intra-Unasur. Es cierto que falta muchísimo por avanzar, pero es el camino, un camino “loco” que desafía el modelo que se ha mantenido inalterable durante tanto tiempo y que los dueños de sus beneficios no quieren ceder.

Es aquí donde están planteados los grandes desafíos que tenemos por delante: ¿cómo profundizamos este modelo autónomo? Nuestra convicción es que, si no profundizamos, retrocedemos. No se trata de plantear “llegamos hasta aquí, ya está bien y nos damos por satisfechos”. Se debe seguir construyendo en forma permanente, porque la presión por el cambio de rumbo la tenemos en cada uno de los países de la región, en las campañas de desestabilización, en la instalación de falsos paradigmas, en la construcción de referentes para generar la posibilidad del cambio, en amenazas de todo tipo.

Estamos en un punto en el que, si no profundizamos, nos detenemos; y si nos detenemos, perdemos.

El gran desafío es construir masa crítica en cada uno de nuestros países. Para ello es necesario fortalecer los procesos políticos con fuerzas nuevas, capaces de recrear lo mejor de la política. Dicho sea de paso, ésta es otra de las buenas cuestiones que nos ha pasado. Hemos logrado volver a darle valor a la política; hemos salido de la política del gerenciamiento para volver a esto que nuestra Presidenta dijo una vez: “?tenemos cada vez presidentes que se parecen más a sus pueblos, no sólo por el color de su piel, sino por su capacidad de interpretar sus sentimientos y sus necesidades”. Esta cuestión forma una parte del camino y del desafío, difícil pero no imposible para locos, unos locos capaces de tener un poco de imaginación, bastante decisión y mucho coraje.

El escenario global y la región Mucho se habla sobre los efectos que la crisis europea pueden tener en Latinoamérica. Lo cierto es que hasta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo acuerdan en que América Latina es una de las regiones mejor posicionadas en este momento, ya que la discusión gira alrededor de las políticas que harán crecer a la región, mientras que en Europa se debate sobre cómo contener el derrumbe económico.

Creo que las políticas que se están llevando a cabo en la región, y en nuestro país en particular, de apoyarse sustancialmente en el fortalecimiento del mercado interno, son las correctas. La ecuación es direc- ta: si le damos más plata a los que no tienen para que consuman, se genera demanda, y esa demanda genera empleo, ingresando en un círculo virtuoso. También es importante el crecimiento del mercado interno de cada país, como demandante de productos y servicios de otros países.

Con la crisis de los países centrales, éstos desean exportar a los emergentes a toda costa los productos que sus economías no consumen, compitiendo en muchos casos con la producción nacional. Por eso, para construir nuestro destino económico, como naciones integrantes de un proyecto regional y latinoamericano, debemos hacerlo sobre la base de una fuerte acción política que permita generar acuerdos dentro de los márgenes de las convenciones internacionales a las que estamos sujetos, como la Organización Mundial del Comercio. No hay que olvidar que, en el medio de la puja entre los intereses económicos y los del Estado, están los empresarios que quieren hacer su negocio.

Es por ello que no se puede dejar que el mercado decida lo que se vende y lo que se compra. Las asimetrías entre la Argentina, Brasil y China son insalvables, si no se pone en juego una gran vocación política para lograr armonía.

Recientemente Brasil implementó una serie de restricciones al ingreso de automotores, autopartes y neumáticos, bajo la modalidad de licencias no automáticas. Es decir, se debe esperar la autorización para importar determinados bienes. La Argentina viene utilizando esta medida, que sirve para atrasar el flujo de importaciones, ya que, según reglas de la Organización Mundial del Comercio, las autorizaciones no pueden demorar más de 60 días.

Los medios nacionales, como también ha pasado con otros temas, trataron éste en particular como si nosotros fuésemos los malos y ellos los buenos, dejando entrever que se trata de una especie de venganza en contra de las trabas argentinas a las exportaciones brasileñas. Una visión totalmente incorrecta; debido a que los temas comerciales son mucho más complejos que estas lecturas simplificadas.

Y las tensiones por estas cuestiones son moneda común en todos los países.

Un reciente informe conjunto de la OMC, Naciones Unidas y la OECD establece que, en los últimos seis meses, casi todos los países del G20 incrementaron las restricciones comerciales. En el caso de las disposiciones antidumping, el país que inició más investigaciones entre octubre y abril fue Brasil, con 25, seguido por la India con 15, la Argentina con 11 y Estados Unidos con 9.

Re lación a gran escala El intercambio comercial que tenemos con Brasil es de tal magnitud que la Argentina es el primer comprador de productos industriales brasileños, incluso muy por encima de Estados Unidos, que es su segundo comprador.

La realidad es que las compras que se concretan de productos industriales brasileños le permiten a este país mejorar el desbalance comercial de manufacturas con el resto del mundo, porque en función de su política cambiaria, la depreciación del real ha reducido la competitividad externa de los productos brasileños.

Es muy interesante la carta que la ministra de Industria, Débora Giorgi, le envió al ministro de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Fernando Pimentel, porque además nos ubica adecuadamente en el marco de lo que se está discutiendo.

En primer lugar, la ministra le muestra los números que dicen, justamente, que en los cuatro primeros meses de 2011 mientras que las exportaciones de Brasil a la Argentina siguieron creciendo al 33 por ciento, el déficit de nuestro país con Brasil fue de 1.200 millones de dólares, lo cual duplica el déficit del mismo período de 2010. Hasta acá no parece que las cosas hayan sido perjudiciales para los brasileños. Ahora, lo más contundente que tiene la carta es la lista de los productos de nuestro país que tienen muchísimas dificultades para entrar en Brasil. Dice Giorgi: “A fin de cuantificar el perjuicio que algunas de estas barreras de acceso provocan a las empresas argentinas, y tomando en conjunto la leche en polvo, el mosto, las bebidas alcohólicas, los cítricos, los agroquímicos, productos veterinarios, los medicamentos, los juguetes, la vajilla de vidrio, los camiones, la maquinaria agrícola, las heladeras, cocinas, lavarropas, y algunos productos químicos, se tiene que su acceso habría generado 7.000 millones de dólares anuales de exportaciones más de la Argentina a Brasil”.

No es la primera vez que hay tensiones comerciales entre ambos países. Sucede que es una relación muy importante y, por lo tanto, compleja, en la que los empresarios, además, empujan cada uno para su lado. Lo importante en estos últimos años es que las disputas siempre se han resuelto con acuerdos políticos que están más allá de los intereses comerciales. Como consecuencia de esto, ambas presidentas decidieron hacer más frecuentes sus encuentros bilaterales y los de sus ministros, con el fin de limar las diferencias. Los funcionarios continúan reuniéndose, haciendo concesiones mutuas a los reclamos del otro país, lo que demuestra que las discrepancias se van a resolver de manera consensuada en la mesa de discusiones políticas. Lo que estos problemas dejan en evidencia es que queda aún un largo recorrido para lograr una integración regional eficiente, equilibrada y justa.