Mitos derribados por los datos

09/05/2022
Ministerio de Economía

Ámbito Financiero | Opinión

Por Carlos Heller

El Gobierno anunció su intención de gravar las rentas inesperadas que están obteniendo diversos sectores. Desde el establishment se salió a responder con los argumentos de siempre: que no hay lugar para más subas de impuestos (“somos el país con mayor presión impositiva del mundo”) y que lo que hay que hacer es reducir la presión fiscal para que haya inversiones.

Lo que en realidad ahoga a una economía es el achicamiento del empleo, del poder de compra y del mercado interno, tal como ocurrió durante el anterior Gobierno, a pesar de las rebajas o la eliminación de ciertas alícuotas impositivas. En cambio, con la actual presión impositiva, en 2021 la inversión real, que fue creciendo trimestre a trimestre, superó en un 15,7% a la de 2019, según datos de las Cuentas Nacionales. Otra información a destacar es la sustitución de importaciones que se viene dando, ya que los bienes de capital nacionales han ido ganando terreno sobre los importados.

La crítica desde las usinas neoliberales a la presión o carga fiscal, medida como porcentaje de la recaudación en el PIB, está indicando implícitamente que los impuestos deben reducirse a una mínima expresión, siguiendo la línea del Estado canchero y la búsqueda de la maximización de la gran ganancia empresarial.

La noción del “ahogo” fiscal se puede refutar a partir de los datos de la OCDE. Si se toma el promedio (2018-2020) de los ingresos fiscales como proporción del PIB, Argentina llega al 28,7%, por encima de la región (22,4%), pero menor al del club de los países de la OCDE (33,5%), y mucho más bajo que en Francia (45,4%) e Italia (42,4%). Lejos de la mentada “asfixia”.

Además, al compararlo con otros países de la región, el indicador en Argentina está por debajo de Brasil (32,2%) y muy cerca de Uruguay (26,7%), país que es considerado por el establishment y sus analistas como un “paraíso” fiscal, en el que se pagan muy pocos impuestos.

Otro aspecto a considerar, y que surge también de las estadísticas de la OCDE, es la regresividad de los esquemas tributarios de la región. En el período 2018-2020 los impuestos sobre los ingresos, beneficios y ganancias de capital representaron en América Latina y el Caribe un 6% del PIB, casi la mitad de lo que recauda por este concepto la OCDE (11,3%). En el caso particular de la Argentina, en esos años el indicador fue del 5,2%, superado por México (7,2%), Brasil (7,1%), Chile (7%), y sin punto alguno de comparación con países como Dinamarca (29,2%), Italia (13,5%), Francia o Estados Unidos (ambos 11,6%). Estos números indican que toda la región está muy alejada de los parámetros internacionales y que hay margen para avanzar hacia una mayor progresividad. Esto último incluye temas que recomiendan últimamente varios organismos internacionales, como un mayor combate contra la evasión y la elusión fiscal. No parece ser una tarea sencilla, teniendo en cuenta noticias como las que se pudieron leer en la semana: “Informe privado: pagar todos los impuestos obligaría a las empresas argentinas a cerrar sus puertas”. Lo que reconocería, implícitamente, que las empresas evaden buena parte de los impuestos; una premisa extrema, aunque ello no significa que no haya que seguir mejorando la fiscalización, en particular a las grandes empresas del sector exportador.

Resulta esencial dar respuesta a los razonamientos falsos que se tratan de instalar, con el objetivo de rechazar una iniciativa puntual, que apunta a captar beneficios extraordinarios y no previstos (producto de una guerra) para minimizar algunos de los impactos más evidentes, como es la suba del precio de los alimentos. Por ejemplo, Italia eleva hasta el 25% el impuesto sobre los beneficios caídos del cielo de las energéticas.

El proyecto argentino sobre renta inesperada impactaría, según el Gobierno, en menos del 1% de las empresas más grandes. No obstante, desde las oposiciones neoliberales, y por fuera del contexto que impone la guerra, se habla de “impuestazo” y se intenta marcar la agenda para que no se avance hacia una fiscalidad más progresiva y hacia una sociedad más justa y equitativa.

Nota publicada en Ámbito Financiero el 09/05/2022