OEA y Grupo de Lima: ¿hacia dónde van los organismos internacionales?

07/08/2021
oAS

Por Julia Argentina Perié 

Vicepresidenta del Partido Solidario 

Diputada del Parlasur 

A partir de 2015 (aunque hay antecedentes en el golpe de Estado a Manuel Zelaya —Honduras— en 2009 y el juicio político a Fernando Lugo —Paraguay— en 2012), en las naciones de América Latina fueron ganando fuerza y llegaron al gobierno componentes oligárquicos, antipopulares, de patria chica. Estos países terminaron nucleados en el llamado Grupo de Lima. Desde 2019 estas relaciones de fuerza comienzan a modificarse a partir de la llegada al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México, de Alberto Fernández en Argentina, de Luis Arce en Bolivia, y de Pedro Castillo en Perú. Sin embargo, hay un escenario que parece ser bastante novedoso, en el sentido de que hay un cierto empate de fuerzas entre los gobiernos que bregan por la construcción de la Patria Grande, y los que buscan impedirla. 

Qué sucedió en Honduras luego del golpe a Zelaya y en Paraguay luego de que echaran a Lugo (también podemos incluir a Ecuador con la traición de Lenín Moreno). En todos esos países la situación económica tuvo una importante caída. En Paraguay durante el gobierno de Lugo se inició una transformación importante en el área de salud pública, se empezó a trabajar el tema de la tenencia de la tierra y otras políticas que por supuesto nunca se retomaron. En Brasil, luego de la expulsión de Dilma del gobierno y con el encarcelamiento de Lula, los estragos en la economía fueron terribles, la entrega a manos privadas de las empresas de energía del Estado, que aún continúan, hará difícil la recuperación económica de ese país, y en esta lista de naciones que atravesaron fuertes crisis económicas también incluimos a la Argentina con los 4 años de macrismo que nos endeudó por 100 años. 

Algunos de estos países formaron parte del Grupo de Lima, bloque impulsado por los gobiernos más conservadores de la región y alineados a los Estados Unidos. En su declaración de fundación, el 8 de agosto de 2017, el grupo establece que su objetivo primordial es “abordar la crítica situación en Venezuela y explorar formas de contribuir a la restauración de la democracia en ese país a través de una salida pacífica y negociada” y unir esfuerzos para aislar diplomáticamente al gobierno de Nicolás Maduro. El Grupo de Lima se fue desmantelando con el retiro de varios países y en marzo de 2021 la Argentina formalizó su salida al considerar que las acciones que ha venido impulsando el Grupo en el plano internacional, buscando aislar al Gobierno de Venezuela y a sus representantes no han conducido a nada. 

“El proyecto correcto es el de Unasur y no el del Grupo de Lima, que se creó por motivos ideológicos y está obsesionado con Venezuela, mientras Unasur está obsesionado con que crezca América Latina”, había remarcado unos meses antes el presidente Alberto Fernández. 

El país que da nombre a este grupo acaba de formalizar también su retiro. El canciller de Perú, Héctor Béjar, anunció la salida de su país del llamado Grupo de Lima como parte de la implementación de una política exterior no injerencista, según manifestó el ministro de Relaciones Exteriores. 

En cuanto al otro organismo muy cuestionado en los últimos meses, la OEA, cuyo actual secretario Luis Almagro está siendo objeto de acusaciones por haber sido cómplice del golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia, está dejando de cumplir los objetivos para los que fue creada en el año 1948, que eran de integración y solidaridad entre todas las naciones del continente americano. La OEA ha sido criticada u objeto de polémica en numerosas ocasiones. 

Recordamos la falta de respaldo a Argentina durante el enfrentamiento con el Reino Unido por las Islas Malvinas (también Chile y EE.UU. apoyaron al país europeo) y la Resolución VI de 1962, en la que se tomó la decisión de expulsar a Cuba de la organización, en el marco de las tensiones de la Guerra Fría. Resolución que luego quedó sin vigencia, pero Cuba no se reincorporó jamás a la OEA acusando a este organismo de responder a intereses no precisamente panamericanistas, sino veladamente imperialistas, favoreciendo los intereses estadounidenses en la región bajo el disfraz del reforzamiento de la democracia. 

También el gobierno venezolano anunció su retiro oficial de la organización, y propuso la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) como una alternativa latinoamericanista a la OEA, dado que Estados Unidos está acostumbrado a desatar conflictos, crear desestabilidad y luego abandonar el territorio sin ninguna responsabilidad, dicen los venezolanos, y agregan que esa es justamente su estrategia con la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. No sólo pretende que Venezuela sea aislado de los procesos continentales, sino que sus ambiciones van más allá: generar presión política, diplomática (y no debe descartarse la militar) para sacar del poder al presidente Nicolás Maduro. Washington espera debilitar profundamente la integración latinoamericana. 

Una América Latina desunida es el mejor de los dividendos para Washington y su estrategia política de dominio mundial. 

Recordemos que el presidente de México propuso sustituir la OEA por un organismo verdaderamente autónomo “no lacayo de nadie”, dijo textualmente López Obrador, cuya propuesta fue respaldada por el presidente Alberto Fernández y por el presidente de Bolivia Luis Arce y rechazada por la canciller colombiana. 

Con las nuevas autoridades que serán elegidas en unos meses en Chile, con la posibilidad del triunfo de Xiomara Castro en Honduras, con las elecciones el próximo año en Colombia y en Brasil, seguramente se volverán a definir los objetivos de estos organismos y su finalidad.  

Quizás estemos ante una buena ocasión para que eso suceda.