Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
El miércoles en Diputados el gobierno logró imponer el veto a la ley de movilidad jubilatoria aprobada por ambas Cámaras hace pocos días. La oposición no logró conseguir los dos tercios necesarios para insistir con el texto aprobado. El resultado fue el previsible. El oficialismo había operado durante las jornadas previas para modificar el apoyo de algunos diputados y diputadas que antes habían votado a favor de la iniciativa. Entre ellos seis legisladores de la UCR, de los cuales cinco cambiaron su voto y uno abandonó la sesión.
Dieron un salto en el aire: con pocos días de distancia, estuvieron a favor votando la ley y estuvieron en contra apoyando el veto. Hay incluso el caso de un diputado radical que renunció a su banca para que asuma en su lugar una dirigente del PRO a cambio de un lugar en la comisión que administra la represa Salto Grande.
La Convención del Partido Radical dio a conocer un duro pronunciamiento con respecto a estos legisladores. Inclusive podrían ser convocados por el Tribunal de Ética partidario. También aparecieron voces pidiendo expulsiones. En todos los casos, no parece posible que se produzca un cambio tan inexplicable de la orientación del voto sin que ello tenga costo para quien realiza ese cambio.
De todos modos, si bien no se logró el objetivo de los dos tercios, el resultado de la votación fue 153 votos positivos a 87 negativos. Se perdió ganando, lo cual es una manera particular de perder. Lo que se produjo fue una notable coincidencia de una amplísima mayoría de la Cámara de Diputados, que volvió a coincidir en sostener el proyecto de mejora del sector pasivo.
Veremos qué es lo que va a pasar para adelante. Yo soy optimista porque, en este último tiempo, logramos mayoría para sancionar esta ley, mayoría que se mantuvo pese a todas las presiones que hubo. Logramos mayoría absoluta para aprobar el presupuesto universitario. Logramos mayoría absoluta para rechazar los fondos reservados de la SIDE. Y todo eso es mérito de la acción política, porque ahí no hay ningún intercambio más que el de la búsqueda de la construcción de coincidencias.
Y me parece que ese es el rol del Parlamento, que esas coincidencias se vayan consolidando y que permitan que el Congreso cumpla uno de los papeles que tiene que cumplir, que es el de equilibrar y controlar al Poder Ejecutivo, expresando la diversidad de la representatividad territorial y sectorial.
En el marco de la sesión en la que se trató el veto a la ley de movilidad jubilatoria, el bloque de Unión por la Patria dio una gran muestra de cohesión y unidad: la totalidad de los diputados y diputadas estuvimos presentes y votamos de la misma manera.
Mientras tanto, los que “ganaron” en la última votación de esta semana festejaron que los jubilados y jubiladas no puedan recomponer los ingresos que tenían antes de que asumiera este gobierno. Es muy difícil considerar a ese festejo un éxito. Porque, entre otras cuestiones, los diputados y diputadas que votaron en contra de una mejora de los ingresos para los adultos mayores deberán dar explicaciones a sus votantes.
También durante la semana el Senado de la Nación sancionó la ley de financiamiento universitario por 57 votos a favor, 10 en contra y una abstención. El presidente Milei adelantó que lo vetará totalmente. El proyecto volverá a Diputados donde los que integramos la oposición tendremos la responsabilidad de intentar reunir las dos terceras partes de los votos para hacer caer el veto. Además, el Senado rechazó por una amplia mayoría de 49 votos el DNU presidencial que le otorgaba millonarios fondos reservados a la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE). El acuerdo de los dos bloques mayoritarios, Unión por la Patria y UCR, permitió que la iniciativa se vuelva a poner en el orden del día.
Con la caída del decreto quedó sin vigencia el presupuesto de 100 mil millones de pesos que se destinaba al fortalecimiento del Sistema de Inteligencia Nacional. El carácter de estos fondos era “reservado”, es decir, no se requería rendir cuentas sobre su utilización. En una Argentina con represión creciente y sistemática, dotar con esos recursos a un organismo históricamente asociado a la vigilancia y a la persecución política era, por lo menos, peligroso para la democracia en el país. Dos triunfos claros de una oposición amplia y diversa en el Senado que ratificó lo que previamente se había votado en Diputados.
Este viernes, la exPresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue distinguida con el doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional del Oeste en Merlo y allí brindó una clase magistral. Durante el transcurso de su exposición valoró que “de distintos partidos políticos votaron en el Senado el financiamiento educativo” y con relación al veto de la movilidad jubilatoria afirmó que, a pesar de haber ido “para atrás (…) la política y la historia no es una línea recta que siempre va para adelante. Hay marchas, contramarchas, pero lo importante es estar en marcha”. Agregó que el triunfo del gobierno fue “pírrico” porque los cinco radicales que se dieron vuelta “pegaron a Milei con la casta”. “De la casta que él hablaba es la casta con la cual pudo joder a los jubilados”, señaló.
El último miércoles se conoció el índice de inflación del mes de agosto. No es el que el gobierno suponía. El ministro Luis Caputo había adelantado que la cifra esperada iba a tener un tres adelante. Pero, además, cuando contextualizamos, es decir, cuando analizamos este dato en el marco de la economía en general, queda claro que se trata de una inflación que no termina de ser controlada aún con la generación de un escenario fuertemente recesivo. Por medio de las bajas de la actividad económica y del consumo se busca hacer caer la demanda y, como consecuencia de ello, que los precios dejen de subir. Sin embargo, la inflación fue del 4,2%. No es un buen resultado. Se aplicaron las peores terapias y, aun así, la fiebre continúa alta.
Es probable que la insistencia en una política fuertemente recesiva termine doblegando a la inflación, situación que ya vivimos durante la convertibilidad. Pero no hay un buen recuerdo de cómo terminó aquella experiencia.
Estos modelos de ajuste y represión no son el camino. Los partidos políticos, el Parlamento, las organizaciones sociales y la ciudadanía en general deben ir buscando la manera de construir coincidencias y consensos para enfrentarlos. Algo de esto viene sucediendo.