Restricciones

10/03/2019
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Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

Con su particular estilo, Carlos Melconian, conocido consultor de Mauricio Macri, le elevó su último informe al presidente. En el mismo, según relataron los medios, sostiene que el plan del FMI “ayudó a bajar la tasa de interés y un poco el riesgo país, pero no se le puede pedir mucho más, fue diseñado para estabilizar el dólar”. Tal aseveración merece un análisis profundo.

Es cierto que la tasa de interés de política monetaria (que es la tasa de las Leliq) bajó unos 15 puntos porcentuales, pero luego volvió a niveles del 60 por ciento, un nivel muy alto. Cabe recordar que en octubre del año pasado, y en función del nuevo acuerdo con el FMI, el BCRA decidió establecer una meta de crecimiento nulo de Base Monetaria (BM), con dos excepciones. Una de ellas tiene que ver con la mayor demanda de dinero que se produce en diciembre y en junio.

Otra de las excepciones ha sido la compra de dólares cuando la divisa perfore la zona de no intervención (ZNI). El BCRA compra dólares y a cambio entrega pesos, lo que tiende a expandir la BM. Como estas son operaciones de mercado, se decidió que la meta de BM debía crecer en la misma cantidad a los pesos generados por estas compras de dólares. Esta política de compras comenzó en enero, con un total de 560 millones de dólares, y siguió en febrero, con otros 418 millones de dólares, que generaron un aumento de la BM de 33.500 millones de pesos.

Ante esta situación potencialmente expansiva, el BCRA logró que la BM se colocara 43.000 millones de pesos por debajo de la meta, lo que es denominado un sobre cumplimiento. Más aún, el Banco Central acaba de ratificar en el último Comité de Política Monetaria (Copom), que reducirá en esa magnitud la meta de BM entre marzo y mayo. Informa, además, que dicha reducción significa la mitad del aumento estacional de diciembre (80.000 millones de pesos). 

Si tenemos en cuenta la inflación del período, los agregados monetarios se han achicado en términos reales algo más de 10 por ciento entre septiembre 2018 y febrero 2019. El BCRA valoró la meta de crecimiento cero de BM ya que dicho esquema “refuerza automáticamente su sesgo contractivo ante aumentos en el nivel de precios, ya que el valor real de la meta de BM se reduce”.

Así, la combinación de altas tasas de interés (en especial las de préstamos) y restricción monetaria generan un freno a la producción y el consumo, y por esta vía influyen en el crecimiento de los precios. El costo parece ser muy alto. El propio BCRA reconoció que “a pesar del sesgo antiinflacionario que tiene la política monetaria, la inflación sigue siendo alta”. Coincido con el BCRA, pero mi conclusión es que no se le puede pedir todo a la política monetaria, menos en un país como la Argentina que posee una bajísima monetización de su economía. 

Hay que prestar atención a los continuos aumentos de tarifas de los servicios públicos, junto con los desregulados combustibles líquidos. Estos se trasladan en gran medida al resto de los precios de la economía, ya que son insumos esenciales para la producción. No debemos olvidar tampoco que en el contexto de total liberalización de los flujos financieros, el control de las principales variables de la economía resulta muy difícil, puesto que son pocas las herramientas que se pueden utilizar, y además, éstas tienen un fuerte sesgo recesivo.

De allí que la política de altas tasas y restricción monetaria, para intentar mantener al dólar con la menor volatilidad posible, es un problema de frazada corta. Si bien el máximo de la ZNI ronda los 50 pesos por dólar, difícilmente esté en la idea de las autoridades dejar que la divisa llegue a tales valores sin intervenir. Si el dólar aumenta, puede trasladarse a precios. Si se ubica por debajo de la ZNI obliga al BCRA a emitir, una situación no deseada por las autoridades. 

Siempre he sostenido que los sistemas de liberalización de precios y flujos, al menos en Argentina, no suelen llevar al equilibrio: para ello se requieren medidas de administración de las divisas y los flujos externos y comerciales, una cuestión esencial para poder “hacer algo” distinto con la situación económica.

Nota publicada en Página/12 el 10/03/2019