Un Banco Central para el desarrollo con equidad

11/03/2012

11/03/2012 Tiempo Argentino - Nota - Editorial

La reforma a la Carta Orgánica del Banco Central es un paso trascendente, porque implica desarmar una más de las herencias del neoliberalismo.

Por: Carlos Heller Diputado Nacional. Bloque Nuevo Encuentro.

La Cámara de Diputados acaba de firmar el dictamen en mayoría sobre el proyecto de Modificación de la Carta Orgánica del Banco Central y de la Ley de Convertibilidad.

Conviene comenzar la discusión de este proyecto haciendo mención a las profecías catastróficas de la derecha que pueden resumirse en el título y texto de la editorial de La Nación del pasado 7 de marzo: “Ante la depredación de las reservas”.

Uno de los blancos de las críticas han sido las modificaciones a la Ley de Convertibilidad, que hasta ahora establece que las reservas del BCRA deben dedicarse a respaldar el 100% de la base monetaria, una rémora de un sistema que lanzó al país y a su sistema financiero a su crisis más profunda. A partir del proyecto, el BCRA establecerá el nivel de reservas internacionales necesario, y las reservas que superen este monto serán definidas como de libre disponibilidad, que son las utilizadas para los pagos de deuda externa del gobierno.

La derecha omite que: 1. Este pago de deuda externa con reservas se podrá hacer sólo si tiene “efecto monetario neutro”, es decir, sin emitir moneda; 2. La decisión del monto de deuda a pagar con reservas lo aprueba el Congreso por la Ley de Presupuesto Nacional; 3. Existen límites taxativos para que el BCRA financie al gobierno. Con estos datos, los discursos apologéticos sobre una próxima hiperinflación, la virtual desaparición de las reservas o el festival de préstamos al gobierno, se desmoronan como un castillo de naipes. En realidad, estos detractores siguen pensando en la Convertibilidad y el modelo de valorización financiera, al que desean melancólicamente volver.

Por eso critican desde su inicio el pago de deuda externa con reservas e identifican erróneamente a las reservas internacionales como el ahorro de los argentinos, para que sus argumentos sean más efectistas; la crítica no es desinteresada, desean lograr que la deuda se pague con endeudamiento externo o con ajuste fiscal, al estilo de los desafortunados planes que se están aplicando en Europa.

La reforma a la Carta Orgánica del Banco Central es un paso trascendente, porque implica desarmar una más de las herencias del neoliberalismo, que dejaron una autoridad monetaria con una única preocupación por el valor de la moneda, totalmente aislada del resto de la economía. Lo expresó muy bien el entonces ministro Domingo Cavallo a través del mensaje de la Ley de 1992, al expresar que “la necesidad de estabilizar el signo monetario excede el marco de la equidad en la distribución de los recursos”.

Los nuevos objetivos del BCRA se estructuran en tres ejes fundamentales: 1. Además de la estabilidad monetaria, se incorpora el importante objetivo de promover la estabilidad financiera, que, como expuso Mercedes Marcó del Pont, es un propósito perseguido por otros países, a partir de la crisis financiera internacional, y figura en las normativas de Alemania, Brasil, Canadá, China y los Estados Unidos, entre otros; 2. El BCRA promoverá el empleo y el desarrollo económico con equidad, lo cual vincula a la autoridad monetaria con la economía real, uno de los objetivos perseguidos por la reforma, según lo comentó Cristina Fernández de Kirchner ante la Asamblea Legislativa; 3.

Los objetivos deben tomarse en el marco de las políticas del gobierno nacional, es decir, orientar sus acciones según los planes de la autoridad elegida por el pueblo.

Este cambio de misión ubica al BCRA en línea con el resto de las políticas de gobierno, una cuestión de pura lógica, pues como sostengo hace años, no puede defenderse el valor de la moneda si el producto y el consumo caen, o el país está altamente endeudado con el exterior, o si hay un elevado porcentaje de personas sin ingresos.

Entre las nuevas funciones, se destaca la de “proveer a la protección de los derechos de los usuarios de servicios financieros y a la defensa de la competencia”, otro cambio sustancial, que coincide con los reclamos de la sociedad para que la autoridad monetaria defienda sus derechos ante las entidades del sistema financiero.

También se lo faculta para regular la cantidad de dinero y regular y orientar el crédito, función a la que se le ha incorporado –a partir de la discusión legislativa–, la función de regular las tasas de interés.

Esta mención nos lleva a otro tema, y es que el proyecto del Poder Ejecutivo estuvo abierto a la recepción de modificaciones y mejoras, y de esa manera se han realizado varios cambios, entre los que se incorpora en la misión del BCRA el objetivo de fomento del empleo.

Además, se amplía la regulación a otras actividades con efectos sobre el sistema financiero, como los sistemas de pago, las cámaras compensadoras y las remesadoras de fondos entre otras. También se potencia el rol de la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias, integrando sus funciones con la política monetaria.

Otra de las interesantes modificaciones aportadas por los diputados, se orienta a que cuando el BCRA autorice la apertura de nuevas sucursales bancarias, la misma se realice “propendiendo a ampliar la cobertura geográfica del sistema, atender las zonas con menor potencial económico y menor densidad poblacional, y promover el acceso universal de los usuarios a los servicios financieros”.

Decidí dejar para el final todas las modificaciones relativas al fomento del crédito.

En todos estos años de aplicación de la Ley de Entidades Financieras, y de la actual Carta Orgánica del BCRA, el crédito no pudo dinamizarse, y nos ubica como uno de los países que menor financiamiento otorgan al sector privado, tanto a empresas como a familias.Si bien el financiamiento al sector privado ha aumentado desde el mínimo del 8% del PIB en 2003 al 15% en la actualidad, este último guarismo es el más bajo de América Latina, con Brasil cerca del 60%, Chile con el 75%, y un promedio para los países emergentes del 80% sobre el PIB.

Es entonces un gran logro colocar como obligaciones del directorio del BCRA, la de “regular las condiciones de crédito en términos de plazos, tasas de interés, comisiones y cargos de cualquier naturaleza, así como orientar su destino por medio de exigencias de reserva, encajes diferenciales u otros medios apropiados”. Durante el debate en las comisiones, y a instancias de los diputados, se agregó al dictamen de mayoría un nuevo inciso que hace referencia a “establecer políticas diferenciadas orientadas a las pymes y las economías regionales”, una cuestión ausente en el proyecto del Ejecutivo y que tiene un gran valor conceptual, puesto que hay que diferenciar el tratamiento de las grandes empresas que se financian en las metrópolis, respecto de las pymes, que poseen una problemática distinta y se financian y se radican, en buena medida, en las distintas regiones del país.

Entre las novedades sobre el crédito, se incorpora dentro de las operaciones del banco, la posibilidad de otorgar redescuentos “para promover la oferta de crédito a mediano y largo plazo, destinada a la inversión productiva”, proceso que se realizará a través de las instituciones del sistema financiero, pues el BCRA no otorga crédito directo al sector privado.

Se gesta así un Banco Central con capacidades para dinamizar y orientar el crédito, una herramienta esencial si se desea que el país continúe creciendo, mejorando la situación de sus pymes y sus habitantes.

Este es un apretado resumen de las modificaciones que generarán un importantísimo avance respecto de las regulaciones actuales, y que servirán para profundizar el modelo iniciado en 2003.