Celebremos el 25 de Mayo

25/05/2021
Por los sueños inconclusos de aquellas y aquellos revolucionarios

El pueblo argentino vive una circunstancia dramática junto a toda la humanidad, como consecuencia de la pandemia que genera dolor por la pérdida de vidas y la incertidumbre sobre el futuro. Sin embargo, una fecha de gran simbolismo nos convoca: celebramos el nacimiento político de nuestra Patria a partir del triunfo de las y los revolucionarios en aquella jornada histórica del 25 de Mayo de 1810.

Se trata entonces de evocar un acontecimiento de tanta trascendencia liberados de formalismos y ritualismos que vacían de aristas filosas e inevitables contradicciones. Valorarlos a partir de los intereses en juego de los distintos sectores sociales que concurren a la disputa y que utilizan todo su arsenal ideológico y económico en pos de sus objetivos de poder.

Interpretamos el resultado de aquella jornada como el triunfo de una Revolución de independencia nacional, anticolonialista y americanista, luego de 300 años de colonialismo que extrajo fenomenales riquezas, para lo cual fue el causante de uno de los más grandes genocidios que registra la historia de la humanidad.

Mariano Moreno nos orienta para la comprensión del sentido esencial de aquella lucha: “si deseamos que los pueblos sean libres, observemos el sagrado dogma de la igualdad”. No en vano nuestro Himno Nacional reclama y exige el grito sagrado de Libertad, junto a la noble igualdad. Claro que las nuevas ideas triunfantes rechazaban tempranamente el dogma de una supuesta libertad, escindida de todo concepto que propenda a elevar social y culturalmente al pueblo, distribuyendo riquezas y educación con un sentido popular, a la vez que van creando una nueva Nación auténticamente democrática.

Para los núcleos tradicionales dominantes, la ruptura e independencia de la monarquía española debía limar las ideas y los programas revolucionarios que enarbolaron y formularon Moreno en su “Plan de operaciones”, José Artigas en su Reglamento Provisional de 1815 y Simón Bolívar en su “Carta de Jamaica”. Para aquellas clases que usufructuaron siglos de colonialismo, debía ser una independencia a medias, lo contrario del ideario de nuestro Bernardo de Monteagudo, quien por entonces afirmaba: “soy enemigo de todo término medio”, enfrentando con su determinación los grandes retos políticos de su época.

Desde ese ideario los patriotas de Mayo fueron desplegando su plan de reformar la economía, la enseñanza, reorganizar la moneda, crear nuevas leyes para elevar la condición de las masas indígenas reorganizando la administración pública y el ejército constituidos durante los tres siglos del sistema colonial, legislando contra el monopolio, al que Moreno estigmatizaba: “el monopolio es un atentado contra la Libertad humana”. Se propusieron proteger a la niñez revolucionando las ideas en torno a las imperantes que mantenían a la mujer en una situación de verdadera postración social.

En el tema decisivo de la política internacional, convocaban a la afirmación de una política auténticamente independiente de las potencias extranjeras, sin “incurrir en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y abalorios”. Ante la emergencia propia de la Revolución, Moreno convocaba a pasar al Poder de la Nación por 10 años “las agigantadas fortunas de cinco mil mineros” (en referencia a las localizadas en el Alto Perú, actual Bolivia).

Vivimos en nuestro país y en el continente una época en que los pueblos en las condiciones históricas actuales se rebelan y luchan contra los poderes internacionales y las grandes burguesías monopólicas locales, en pos de abrir paso hacia democracias sociales, imbuidas de un fuerte protagonismo de la ciudadanía y el pueblo todo, y por la plenitud de sus derechos políticos y culturales.

Como en aquellos días extraordinarios del nacimiento de la Patria americana, celebramos nuestro 25 de Mayo recuperando nuestras raíces históricas, convocados a ser protagonistas de un nuevo tiempo que se proponga avanzar con la determinación que nos inspiran aquellos vientos en la lucha por los objetivos y sueños inconclusos de los revolucionarios de Mayo y Julio.