En la década del 70 la Operación Cóndor marcó la etapa de represión contra los dirigentes populares en los países de Latinoamérica, que en su mayoría vivían bajo dictaduras militares. Es así que los gobiernos de facto de Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y también Brasil establecieron prácticas de coordinación represiva que implicaron la puesta a disposición de recursos humanos, materiales y técnicos entre las dictaduras, con el objetivo de perseguir y secuestrar a militantes y dirigentes populares de la región.
Hoy el Plan Cóndor tiene otras formas, pero sigue sirviéndole a las derechas regionales para perseguir a líderes políticos progresistas. Hoy el Cóndor se expresa a través del lawfare, la guerra judicial que lanzaron contra compañeros y compañeras de la talla de Rafael Correa (Ecuador), Dilma y Lula (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina).
La embestida judicial contra Lula da Silva, el dirigente más importante que tuvo Brasil en los últimos años, fue implementada por el juez Sergio Moro, a quien en muchas ocasiones —personalmente lo hice en varios plenarios— denunciamos desde el Parlasur. Moro actuó en complicidad con la derecha brasilera, con el fin de encarcelar e impedir su candidatura presidencial al dirigente que más posibilidades tenía de llegar al gobierno. Moro envió a la cárcel a Lula para que no pueda participar de las elecciones de 2018, en un escenario en el que también Dilma había sido hostigada y separada de su cargo de presidenta.
El tiempo demostró que nuestras denuncias eran fundadas: Moro no era un juez imparcial y la embestida judicial contra Dilma y Lula fue la que permitió que el líder de ultra derecha Jair Bolsonaro accediera al gobierno de Brasil. A tal punto se evidencia la acción coordinada, que el propio Bolsonaro convocó a Moro para formar parte de la administración nacional, poniéndolo a cargo del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública.
Con la reciente anulación de las condenas a Lula en el marco de la Operación Lava Jato, quedó demostrado que el dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) era inocente. Se abre ahora la posibilidad de juzgar al juez Moro.
La gran noticia para Brasil y para la región es que las encuestas revelan que Lula podría vencer a Bolsonaro en las próximas elecciones presidenciales, recuperando así el gobierno para las clases populares. Demostrada la inocencia de Lula, el pueblo de Brasil recupera su dignidad.