Suele decirse —con alguna dosis de razón— que a Rodríguez Larreta nada lo afecta, haga lo que haga, ya que goza de un importante apoyo de una franja de la ciudadanía porteña y una protección cada vez más notoria de los medios de comunicación, no solo los del establishment sino también de algunos opositores.
Sin embargo, el tarifazo de enero en medio de la pandemia comienza a golpear en la vida del pueblo y consecuentemente genera disconformidades diversas, protestas y desazón en sectores sociales y culturales que habitualmente miran con simpatía al jefe de Gobierno porteño.
No es para menos, con el pretexto de la reducción del aporte de la Nación a la CABA, Larreta se despachó con todo y en algunos casos con una verdadera furia tarifaria. Aumento del subte, taxi, tarjetas de crédito, VTV, multas por estacionamiento (en este caso un 82%). Todas por encima de la inflación estimada. Ya que mencionamos al subte, se dio a conocer al triunfador de la concesión: como era de prever ganó el caballo del comisario: Metrovías, quien lo administrará por los próximos 15 años, con lo que completará una serie inédita de 35 años. Y eso no es todo, con el cuento del achicamiento del aporte nacional también decidió recortar las inversiones en obra pública de infraestructura. Pero, en los últimos días el centro del debate se desplazó al ajustazo en educación, y a la controversia por el inicio de las clases en nuestra ciudad. Acerca del presupuesto educacional, bastaría con señalar que en términos reales Larreta este año lo redujo en un 7,6%. El ajuste educativo implicará reducciones en todo el sistema. Algunos ejemplos: la inversión en infraestructura escolar se reducirá a la mitad, cooperadoras (-17%), becas estudiantes (-47%), formación docente (-6%) y seguramente intentará seguir bajando el salario de docentes.
Pero hay más, en estos días se conoció que el “bueno” de Horacio transfirió fondos por 371 millones de pesos del Plan Sarmiento (que provee de computadoras a las y los estudiantes) a la educación privada. Es este un gran despropósito que solo tiene a favor que el rey queda “al desnudo”. Larreta muestra su verdadero rostro privatista y su ensañamiento con la escuela pública.
La pelea política de fondo actual está dada en su afán por diferenciarse de la Nación en el tema del inicio de las clases presenciales. Al respecto, solo diremos que el gobierno porteño privilegia el oportunismo político, interpretando que ése es el deseo de muchas familias, soslayando el tema sanitario, la salud y la vida de alumnos, docentes y familiares. Claro, una vez más desprecia la opinión de los sindicatos.
Así las cosas, vino a “salvarlo” su mentor Mauricio Macri, sumándose al debate con su grito de guerra: “Que abran las escuelas”. No hay dudas que su grito solo perjudica al “bueno” de Larreta, ya que al jefe Macri casi nadie le cree nada y muestra impúdicamente que el jefe de Gobierno es una copia y él el original.
18/01/2021
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