Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
El presidente Javier Milei brindó un discurso en Miami, en el Foro de Negocios de América, donde invitó a los empresarios presentes a que inviertan en la Argentina.
La alocución dejó varias frases para reflexionar. En cuanto a los resultados electorales del 26 de octubre, señaló: “lo fundamental es que dos de cada tres argentinos quieren este nuevo camino”. Sin embargo, La Libertad Avanza (LLA) obtuvo el 40,7% de los votos a nivel nacional, no el 66%. De hecho, es un porcentaje similar al que las opciones de derecha vienen consiguiendo desde el 2003 en los comicios de medio término. Un número que le daría más facilidades en el Parlamento, pero que no indica un apoyo absoluto de la ciudadanía al gobierno y a su modelo.
Además, en la previa de los comicios, con la “campaña del miedo” se logró instalar la idea de que si ganaba la oposición todo “volaría por los aires”, dato que no se debe desestimar al momento de interpretar los votos.
En su discurso, el Presidente llegó a señalar que “Argentina no exporta un gramo de cobre, cuando Chile, que comparte cordillera con nosotros, exporta 20.000 millones de dólares al año. De la misma forma, vamos camino a que el petróleo y el gas supongan ingresos por entre 30.000 y 40.000 millones de dólares anuales de acá al 2031”. Es llamativo que se pase por alto que en el país vecino la estatal Codelco ha tenido, y aún mantiene, una fuerte presencia en el sector.
A propósito de la evolución prevista para el gas y el petróleo en Argentina, no se puede prescindir del hecho de que los beneficios previstos son posibles debido a la reestatización de YPF y la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner.
Inversiones y condicionamientos
Durante su viaje a Estados Unidos, Milei mantuvo encuentros con empresarios, incluidos referentes de sectores como la minería y la energía, que no generan grandes derrames en la economía, más allá del aporte potencial de divisas que, de todas formas, en el marco del RIGI podría ser acotado.
En tanto, el Secretario del Tesoro norteamericano, tratando de acallar las críticas en su país, justificó el auxilio a la Argentina señalando: “el puente económico con Argentina ya genera beneficios para el pueblo estadounidense”. Aunque la información sobre su intervención en el mercado de cambios argentino es sumamente opaca, lo que seguramente quedará es una mayor deuda, un altísimo costo financiero para nuestro país y grandes condicionalidades.
Las problemáticas de la ciudadanía no harán más que agravarse si se recurre al endeudamiento, a la entrega de los recursos naturales, a la destrucción del Estado –principal garante de los derechos de los más vulnerables— y a la apertura importadora.
De hecho, los números de la industria (INDEC) han mostrado una nueva caída mensual (-0,1%), contrayéndose en tres de los últimos cuatro meses. Si tomamos el promedio trimestral, comparado con el trimestre anterior, el nivel general cayó un -2,3%, con 13 de los 16 sectores que presentan bajas. Entre los sectores más golpeados están el de Productos textiles (-17%), el de Prendas de vestir, cuero y calzado (-7%), y el de Productos de caucho y plástico, que incluye neumáticos, (-8%), muy afectados por la baja demanda y principalmente por la apertura comercial.
Cuando ingresa un producto importado, en reemplazo de uno que se fabrica en la Argentina, cierran empresas, se despiden trabajadores, cae el consumo y la recaudación. Pero como el objetivo del superávit fiscal es inalterable para el Gobierno nacional, y si además se habla de reducir impuestos, y en este contexto la toma de deuda lleva a un mayor pago de intereses, la única forma de hacer cerrar la ecuación es seguir achicando del lado del gasto. Ello llevará a un nuevo recorte de derechos, de inversión en obra pública, en salud, en educación, es decir, más de lo mismo y con más intensidad.
En el marco de la contraposición de modelos, el Presidente señaló que lo que estaba “en juego en esta elección era verdaderamente gigantesco: estas elecciones fueron un plebiscito entre dos modelos de país”.
La disputa es entre un país liderado por “los mercados” y asociado con la especulación, que es el que actualmente está en vigencia, y otro país, en el cual se comprenda que los problemas se deben resolver con una economía en crecimiento –que apuntale a la producción, en particular la manufacturera, y a las PyMEs—.
En definitiva, el objetivo del modelo debe estar puesto en mejorar la cantidad y calidad del trabajo, la inclusión social y lograr una distribución del ingreso más equitativa.