Una historia conocida

27/04/2025
Kristalina Georgieva

Tiempo Argentino | Opinión

Por Carlos Heller

Si bien desde el gobierno nacional se intenta transmitir una sensación de optimismo acerca de la coyuntura económico-financiera de nuestro país, vale la pena ir un poquito más allá de la superficie.

Como mencionamos en otras oportunidades, el nuevo acuerdo con el FMI implica acumular un mayor endeudamiento y condicionalidades al devenir económico y social argentino de los próximos años.

Una de las frases de la directora gerente del organismo, Kristalina Georgieva, echa luz al respecto: “Lo que va a cambiar el futuro de Argentina es apegarse a las reformas y crear la confianza de que esta vez es distinto”. Las ya conocidas “reformas estructurales” impuestas por el Fondo cada vez que otorga un crédito. Un crédito que se obtuvo en un año de elecciones de medio término, en las que se renuevan partes de las cámaras de Diputados y de Senadores y que podrían, en caso de ser favorables al oficialismo, allanar el camino para que la gestión libertaria profundice aún más sus políticas.

Así lo manifestó el jefe de Gabinete de Ministros, Guillermo Francos, en la reciente sesión informativa en la Cámara de Diputados: sería apropiado que el Poder Ejecutivo trabaje con “el próximo Congreso” en las “tres reformas estructurales que son básicas que tienen que ver con lo fiscal, con lo laboral y con lo previsional”. Por si caben dudas, señaló que éste es “un periodo legislativo muy complejo para empezar con esas discusiones, ya que estamos entrando en un periodo preelectoral”.

El propio FMI se alinea con esta idea. En el reporte de los funcionarios referido al préstamo recientemente otorgado a la Argentina de algo más de 20.000 millones de dólares (que se suman a los 42.200 millones ya recibidos en 2018), destaca un “Programa de políticas” para nuestro país en materia de “disciplina fiscal estricta”, “reforma impositiva estructural”, “reducción de subsidios a las tarifas de servicios públicos”, “revisión del sistema previsional”, “mayor flexibilidad cambiaria”, entre otros temas.

Al igual que durante la gestión de Mauricio Macri, estamos ante un crédito con un fuerte contenido político que apunta a imponer reformas de corte neoliberal a uno de los principales aliados latinoamericanos que posee Estados Unidos en la actualidad.

Georgieva mencionó el jueves último: “Domésticamente, el país tendrá elecciones, como saben, en octubre, y es fundamental que no descarrile la voluntad de cambio (…) insto a Argentina a mantener el rumbo”. No se recuerda que un titular del FMI haya intervenido tan directamente, no sólo en la institucionalidad de un país, sino, lo que resulta más grave aún, promocionando un resultado de los comicios, en este caso, beneficioso para el oficialismo. Al día siguiente, la funcionaria debió “aclarar” que “las elecciones son para los argentinos, no para nosotros” pero siguió apostando por el modelo, insistiendo en las reformas e, indirectamente, diciéndole al gobierno de Milei que continúe con el ajuste.

Más allá de este entorno político, no debe subestimarse otra arista de la coyuntura actual: están dadas todas las condiciones para una nueva etapa que alienta las transacciones de carry trade o “bicicleta financiera”.

La estabilidad del dólar, la suba de tasas de interés, la eliminación de algunas regulaciones de la administración de divisas y la autorización del Banco Central para que inversores no residentes puedan ingresar divisas para invertir en bonos y letras argentinos con una permanencia mínima de seis meses (coincidente con las elecciones de octubre) estimulan este tipo de operaciones financieras. La dinámica consiste en desarmar tenencias en dólares e invertir lo obtenido en instrumentos que rinden una tasa de interés alta en pesos para luego volver a hacerse de las divisas y así obtener una ganancia en dólares.

Pero esto no es gratuito. Al atraer capitales especulativos de corto plazo, se incentiva la fuga de capitales ya que los inversores buscan obtener ganancias y luego retiran sus fondos, debilitando las Reservas. Se fomenta la dependencia del capital especulativo a corto plazo, en detrimento de la inversión productiva y el desarrollo a largo plazo.

La historia habla por sí sola, el carry trade fue un factor recurrente en la economía argentina y nunca terminó bien. Lo tuvimos con Martínez de Hoz culminando en una crisis cambiaria, reiteradas devaluaciones y un aumento exponencial de la deuda externa; con la convertibilidad en los años noventa; y más recientemente durante la gestión macrista que comenzó en 2015 y llevó a recurrir al FMI solicitando el préstamo más grande de la historia, tanto para la Argentina como para el Fondo.

Queda claro que no es el camino para la prosperidad y el desarrollo argentinos, a contramano de lo que manifiestan frecuentemente los funcionarios de gobierno.

Otro factor a tener en cuenta es que los problemas de la economía real no se resuelven con instrumentos financieros, en este caso, un mayor endeudamiento. Los más recientes datos macroeconómicos dan una idea de ello.

La actividad industrial durante el primer bimestre 2025 se encontraba por debajo de igual periodo 2023 en más de un 5 por ciento. La comparación se hace contra ese año dado que el desplome que sufrió la economía argentina a principios de 2024 distorsiona la medición. Más del 40% de la capacidad instalada de la industria se encontraba ociosa en febrero de este año, cinco puntos porcentuales por encima de la registrada en febrero de 2023.

La construcción, otro sector clave de la economía, en febrero de 2025 se mantenía un 20% por debajo del nivel existente al inicio de la gestión de Javier Milei.

El dato de actividad económica del primer bimestre 2025, analizado con respecto a igual periodo 2023, más adecuado como ya dije por el muy bajo nivel que se registraba en 2024, indica un crecimiento del 2,6%, con aumentos en Agricultura y Ganadería (+8,9) y explotación de minas y canteras (+16,7), pero relativizado por la caída en: industria: (-4,7%) y construcción: (-14%).

No es casual que, al ser dos sectores mano de obra intensivos, se hayan perdido 124.000 puestos de trabajo asalariado privados y casi 50.000 públicos desde que asumió el actual gobierno.

El primer Papa no europeo

Vale la pena hacer un breve repaso de las implicancias que tuvo para el mundo entero el rol de Francisco durante los más de 12 años en los que ocupó el cargo de líder de la Iglesia Católica. No sólo fue una excepción por su origen latinoamericano, también lo fue por las ideas que pregonó.

Desafió en varias oportunidades al orden establecido dentro del Vaticano y fuera de él. Excedió el cristianismo y logró transformarse en una referencia global de la lucha por la justicia social, por una economía solidaria, por un mundo sin guerras. Intervino en todos los debates desde ese lugar. Era un crítico claro del neoliberalismo, de las extremas derechas y férreo defensor de los más débiles, los marginados, los migrantes, la “casa común”.

Es por ello que quedará en la historia su famosa frase “hagan lío”, durante un discurso en Río de Janeiro. Una exhortación a la multitud de jóvenes que lo escuchaba a que no se quedaran callados, a quejarse contra la injusticia, la discriminación, la desigualdad, la persecución a los sectores más débiles. A transgredir desde ese lugar. “Sepan que en este momento ustedes, los jóvenes y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir, ¿está claro? Por eso creo que tienen que trabajar”.

Francisco ha dejado un importante legado. Indudablemente hay un antes y un después de este Papa.

Nota publicada en Tiempo Argentino el 27/04/2025